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domingo, 26 de abril de 2015

Los cabarets de la belle epoque

Los Cabarets de la última etapa de la Belle epoque


El Chantecler

El primer Chantecler se inauguró en 1910, cambiando de nombre varis veces.
El "Chantecler" del tango de Enrique Cadícamo también fue un cabaret y estaba situado en Buenos Aires, en la calle Paraná, entre Corrientes y Lavalle. Se había inaugurado en 1924 y en él tocaron grandes y famosas orquestas.Funcionaba en un edificio afrancesado, donde los concurrentes se sentían en su adorada Francia. En ese tiempo de bonanza se tiraba manteca al techo en los lugares de diversión. Los había serios pero otros eran ámbitos de caos o desorden por obra de pícaros y en circunstancias propias de la picaresca de la noche porteña. Esto significaba la frase tirar manteca al techo. El periodista Miguel Angel Bavio Esquiú, con su personaje "Juan Mondiola", ayudó a difundir la expresión.
El "Chantecler" fue demolido en 1960 y como el autor (Enrique Cadícamo) era un asiduo concurrente compensó, de algún modo, su tristeza por la desaparición, con una letra con la que se describen mejor las vivencias de esa sala de diversión nocturna de un Buenos Aires de ayer, memorada en poemas y letras y todavía presente en la memoria y en el sentimiento de los viejos tangueros. Mi padre ya muy mayor cuando hablaba del Chantecler o del Tabaris se le iluminaban los ojitos.

El Tabaris

El Tabaris habre sus puertas en 1924, siendo el lugar de reunión de los jovenes de la clase alta de Buenos Aires.
La parte superior albergaba los palcos y reservados. Cubiertos por finos cortinados de brocados, mantenían a resguardo de inoportunas miradas, la presencia asidua de las cocottes con sus acompañantes. 
Espectáculos de diversos géneros se presentaban sobre un escenario levadizo. Entre plumas, reflectores, lentejuelas, strass y estilizados cuerpos de época, el varietté, los números vivos y acrobáticos, el music hall y el tango se manifestaban con su desenfrenada ansia de reconocimiento popular, arrastrando su cuota de melancólica frivolidad.
En esta atmósfera nace, respira y crece el Tabarís, cabaret de lujo emblemático y cosmopolita. Actuaron en él Josephine Baker –en pleno apogeo-  y la Mistinguette, haciendo gala de sus piernas sin igual. Elencos y figuras locales y extranjeros se alternaban en un vertiginoso frenesí que más tarde daría lugar a la Revista. 
La presencia de Eduardo de Windsor (Príncipe de Gales), Orson Welles, Maurice Chevalier, Luigi Pirandello, Carlos Gardel, Federico García Lorca y hasta el Maharajá de Kapurtala con sus catadores reales –entre tantos otros-, engalanaron sus noches. 
Sobre el final de la belle epoque y los estertores del régimen conservador en Argentina, nacen los cabarets como una marca de clase e imagen (Historia del Tango-José Antonio Navarro).
En 1949, el Tabarís celebró sus 25 años de vida. Andrés Trillas ofreció a los concurrentes champagne y faisán para el festejo.