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sábado, 20 de octubre de 2018

UN MUNDO DE GLAMOUR HOTEL MARRIOTT PLAZA

UN MUNDO DE GLAMOUR HOTEL MARRIOTT PLAZA




 


Posado frente a la plaza San Martín (en Florida y Marcelo T. de Alvear) desde 1909, conforma una postal clásica de la ciudad con el edificio Kavanagh.  
Si bien fue remodelado varias veces desde su fundación por Ernesto Tornquist, conserva el aspecto elegante que lo caracteriza, así como los ambientes lujosos, en los que abundan refinados detalles de decoración.  

Esa impronta de distinción se manifiesta sobre todo en la suite Fundador 02, donde se alojaron célebres personalidades del mundo. 

Entre ellos, se cuentan el escritor hindú Rabindranath Tagore, Enrico Caruso (que rompió el espejo de un botiquín al ensayar un allegro vivace), el Sha de Persia, Charles De Gaulle -cuya larga talla obligó a construir una cama especial, más tarde también usada por Rock Hudson-, Theodore Roosevelt, Neil Armstrong, Indira Gandhi, Arturo Toscanini, Pelé, María Callas, Albert Sabin y Luciano Pavarotti.
 


En este hotel, donde el presidente Carlos Alvear tenía un escritorio permanente en una suite del cuarto piso, Gardel cantó "Caminito".  

En 1957 se improvisó una sesión de jazz del mejor, cuando Louis Armstrong  tocó su trompeta desde la ventana de su habitación, acompañado desde la vereda por jóvenes músicos locales.
 
Las paredes del restaurante La Brasserie conservan murales que recrean la vida social del Buenos Aires de 1900, pintadas en la época en que el lugar funcionaba como Salón para señoras.  
También permanece intacto el Plaza Bar, entre cuyas paredes de madera solía darse cita la alta sociedad porteña, para compartir copas y canapés.  
A su vez, el Plaza Grill se mantiene desde 1909 revestido con maderas traídas de Europa y mosaicos holandeses. Allí siempre llamaron la atención los ventiladores de India, un toque exótico

EL PALACIO BAROLO “Símbolo de un esplendor que dejó su huella en el tiempo”

EL PALACIO BAROLO
“Símbolo de un esplendor que dejó su huella en el tiempo”


El ART noveau fue el estilo que definió el inicio del siglo XX en la mayor parte de las ciudades del mundo y, finalmente, también en Buenos Aires. Algunos ejemplos famosos de estas líneas curvas y esa asimetría tan típica de este estilo son el Palacio Barolo, inspirado en la cosmología de la “Divina Comedia” de Dante


Luis Barolo, progresista y poderoso productor agropecuario, llego a la Argentina en 1890.
Fué el primero que trajo máquinas para hilar el algodón y se dedicó a la importación de tejidos.
Instaló las primeras hilanderías de lana peinada del país e inició los primeros cultivos de algodón en el Chaco.
En el centenario de la revolución de Mayo, conoció al Arq. Mario Palanti (1885-1979), a quien contrató para realizar el proyecto de un edificio que tenía en mente.  
Este se convertiría en una propiedad exclusivamente para rentas.
Luis Barolo pensaba, como todos los europeos instalados en Argentina, que Europa sufriría numerosas guerras que destruirían todo el continente.
Desesperado por conservar las cenizas del famoso Dante Alighieri, quiso construir un edificio inspirado en la obra del poeta,
“la divina Comedia”.

El terreno elegido para levantar el palacio tenía una superficie de 1365 m2 y un frente de 30,88 metros.
Ubicado en la Avda. de Mayo 1370 y Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen), la superficie cubierta resultó de 16.630 m2.
En 1919 comenzó la edificación del palacio que se convirtió en el más alto de latinoamérica, y en uno de los más altos del mundo en hormigón armado.
Con un total de 24 plantas (22 pisos y 2 subsuelos), 100 metros de altura se hicieron posibles gracias a una concesión especial otorgada por el intendente Luis Cantilo en 1921, ya que superaba en casi cuatro veces la máxima permitida por la avenida. Hasta el punto más alto de la cúpula mide 90 metros, llegando a los 100 con un gran faro giratorio de 300.000 bujías que lo hacia visible desde Uruguay.
Una usina propia la autoabastecía en energía. En la década del ´20, esto lo convertiría en lo que hoy denominaríamos “edificio inteligente”.

Desde entonces existen 2 montacargas y 9 ascensores, dos de los cuales están ocultos. Estos últimos respondían a las actividades comerciales de Barolo. Al llegar la mercadería ingresaba desde los montacargas ubicados en el acceso de lo que hoy es Hipólito Yrigoyen hacia los 2 subsuelos, de 1.500 m2 cada uno. Barolo utilizaba los ascensores ocultos para desplazarse de sus oficinas en planta baja, 1° y 2° piso, hasta los subsuelos evitando el contacto con sus inquilinos, que ocupaban las dependencias a partir del tercer piso.
Desde un inicio el Palacio provocó cierta perplejidad., se habló de estilo “remordimiento italiano”, gótico romántico, castillo de arena, o cuasi gótico veneciano.
La construcción finalizó en 1923 siendo bendecida el 7 de junio por el nuncio apostólico Monseñor Giovanni Beda Cardinali.
En planta baja funcionó hasta su desaparición, la agencia de noticias “Saporitti”.

En la actualidad es un edificio exclusivamente de oficinas.