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viernes, 2 de noviembre de 2018

HOTEL DE WATSON

HOTEL DE WATSON

HOTEL DE WATSON


Thomas Watson era un inglés que construyó el más importante hotel del pueblo de Belgrano y al cual le puso su nombre. Había nacido en 1837, se había radicado en el país a principios de la década de 1860. El señorial Hotel se construyó en Lavalle (hoy Juramento) y Río Bamba (hoy Vuelta de Obligado) al lado de lo que es hoy la Parroquia “ La Redonda ”, que en los tiempos de construcción del hotel, no existía y era un símbolo del lugar. Se inauguró en diciembre de 1878.

Tenía dos pisos y hasta un mirador para divisar la llegada de las diligencias que paraban en el lugar. Cuentan que era famoso por la buena comida que preparaba un cocinero escocés.

Una vez construida la Parroquia, se unió a esta por el muro norte, formando la Recova actual entre La Parroquia, Juramento y Cabildo. En este lugar hay comercios de distintos rubros.

En el citado Hotel estuvieron personalidades como Avellaneda,
 Sarmiento y Mitre. A fines del siglo XIX el hotel dejó de funcionar.

En 1885 el hotel “Watson” sirvió también de sede al Club Unión, uno de los más prestigiosos del entonces pueblo de Belgrano y más tarde, cerrado el hotel, su planta baja se convirtió en locales comerciales y los altos en viviendas y consultorios.

El Hotel fue sede de un famoso equipo de cricket el Zingari pero tambien fue protagonista de un hecho policial famoso en la época. De resultas de ese hecho un Médico español el Dr. Vicente Castañeda obtuvo una medalla de gratitud del pueblo de Belgrano en 1878. En ella se lee 
“Los vecinos de Belgrano al médico Vicente Castañeda” y en el reverso “Gratitud a sus servicios. Mayo 1878”.

El Dr. Vicente Castañeda se alojaba en mayo de 1878 en el Hotel Watson. En esa misma fecha en una habitacion se dieron cita dos amantes, ambos inmigrantes alemanes. Ella, llamada Teresa y él, llamado Julio 
Rohlfs habian venido en el mismo barco junto a Carlos Scheiber, el esposo de Teresa. Todos se conocian de Alemania.

Teresa desapareció un dia del Hotel de Inmigrantes donde se alojaba con su esposo e hijos y Carlos la comenzó a buscar. 
Lo llamativo es que ella llevaba un embarazo de casi ocho meses. Finalmente averiguo que estaba en el Hotel Watson con el amigo en comun y alli fue. Cuando llegó, Carlos Scheiber descubrió que su mujer estaba alojada con Julio Rohlfs, su amante. Las crónicas de la época dicen que, al verse descubiertos, Rohlfs agarró un arma, le disparó a Teresa y se suicidó. Lo relataron así: Carlos penetró resueltamente al interior de las piezas ocupadas por Teresa y Julio. Teresa estaba en una pequeña salita y al ver a su marido se sintió dominada por el terror. Carlos, con voz firme y serena, le pidió que lo acompañase, a lo que iba a acceder Teresa, penetrando a la otra pieza para recoger una gorra. Pero no bien hubo entrado se sintieron dos detonaciones, una en pos de la otra. Julio, el amante de Teresa acababa de descerrajarle un tiro en la sien, pegándose el otro en el mismo sitio.”

Otros que al encontrarlos en la habitacion le disparó a ambos.

Teresa estaba embarazada. El Dr. Castañeda fue llamado de urgencia y solo pudo salvar al niño mediante cesarea aunque luego fallecio, por lo que producto de esos disparos murieron 3 personas.

Carlos, el agresor, fue detenido.
 El diario La Nación del 4 de mayo, señala que fueron rectificados algunos detalles de la narración anterior y “parece que fue mal informado el colega de La Prensa al dar cuenta ayer de este suceso, en la parte que se refiere al autor de los asesinatos”.

Después se descubrió que los amantes habían previsto que todo podía terminar mal. Y dejaron dos cartas explicando su decisión. Teresa decía que nunca había amado a su marido y afirmaba: “Más vale morir que seguir en esta vida”. Julio sostenía: “No hay nada que me pueda convencer de seguir sufriendo esta vida penosa”. Y ambos, en sus textos, confesaban su amor.
Hoy del hotel sólo quedan unos arcos de su recova. La parte superior fue demolida. Y, tras unos años de abandono, la recova se convirtió en el local de un elegante café.
Quizá por allí también retumben los ecos del sonido que dejaba al pasar el viejo “tranguaicito”, un tranvía tirado por tres caballos percherones que iba desde la estación del tren, en el Bajo, hasta la actual calle Vidal. El servicio era para que los vecinos pudieran llegar hasta el ferrocarril, un medio clave para trasladarse al Centro de la Ciudad.

sábado, 20 de octubre de 2018

UN MUNDO DE GLAMOUR HOTEL MARRIOTT PLAZA

UN MUNDO DE GLAMOUR HOTEL MARRIOTT PLAZA




 


Posado frente a la plaza San Martín (en Florida y Marcelo T. de Alvear) desde 1909, conforma una postal clásica de la ciudad con el edificio Kavanagh.  
Si bien fue remodelado varias veces desde su fundación por Ernesto Tornquist, conserva el aspecto elegante que lo caracteriza, así como los ambientes lujosos, en los que abundan refinados detalles de decoración.  

Esa impronta de distinción se manifiesta sobre todo en la suite Fundador 02, donde se alojaron célebres personalidades del mundo. 

Entre ellos, se cuentan el escritor hindú Rabindranath Tagore, Enrico Caruso (que rompió el espejo de un botiquín al ensayar un allegro vivace), el Sha de Persia, Charles De Gaulle -cuya larga talla obligó a construir una cama especial, más tarde también usada por Rock Hudson-, Theodore Roosevelt, Neil Armstrong, Indira Gandhi, Arturo Toscanini, Pelé, María Callas, Albert Sabin y Luciano Pavarotti.
 


En este hotel, donde el presidente Carlos Alvear tenía un escritorio permanente en una suite del cuarto piso, Gardel cantó "Caminito".  

En 1957 se improvisó una sesión de jazz del mejor, cuando Louis Armstrong  tocó su trompeta desde la ventana de su habitación, acompañado desde la vereda por jóvenes músicos locales.
 
Las paredes del restaurante La Brasserie conservan murales que recrean la vida social del Buenos Aires de 1900, pintadas en la época en que el lugar funcionaba como Salón para señoras.  
También permanece intacto el Plaza Bar, entre cuyas paredes de madera solía darse cita la alta sociedad porteña, para compartir copas y canapés.  
A su vez, el Plaza Grill se mantiene desde 1909 revestido con maderas traídas de Europa y mosaicos holandeses. Allí siempre llamaron la atención los ventiladores de India, un toque exótico

EL PALACIO BAROLO “Símbolo de un esplendor que dejó su huella en el tiempo”

EL PALACIO BAROLO
“Símbolo de un esplendor que dejó su huella en el tiempo”


El ART noveau fue el estilo que definió el inicio del siglo XX en la mayor parte de las ciudades del mundo y, finalmente, también en Buenos Aires. Algunos ejemplos famosos de estas líneas curvas y esa asimetría tan típica de este estilo son el Palacio Barolo, inspirado en la cosmología de la “Divina Comedia” de Dante


Luis Barolo, progresista y poderoso productor agropecuario, llego a la Argentina en 1890.
Fué el primero que trajo máquinas para hilar el algodón y se dedicó a la importación de tejidos.
Instaló las primeras hilanderías de lana peinada del país e inició los primeros cultivos de algodón en el Chaco.
En el centenario de la revolución de Mayo, conoció al Arq. Mario Palanti (1885-1979), a quien contrató para realizar el proyecto de un edificio que tenía en mente.  
Este se convertiría en una propiedad exclusivamente para rentas.
Luis Barolo pensaba, como todos los europeos instalados en Argentina, que Europa sufriría numerosas guerras que destruirían todo el continente.
Desesperado por conservar las cenizas del famoso Dante Alighieri, quiso construir un edificio inspirado en la obra del poeta,
“la divina Comedia”.

El terreno elegido para levantar el palacio tenía una superficie de 1365 m2 y un frente de 30,88 metros.
Ubicado en la Avda. de Mayo 1370 y Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen), la superficie cubierta resultó de 16.630 m2.
En 1919 comenzó la edificación del palacio que se convirtió en el más alto de latinoamérica, y en uno de los más altos del mundo en hormigón armado.
Con un total de 24 plantas (22 pisos y 2 subsuelos), 100 metros de altura se hicieron posibles gracias a una concesión especial otorgada por el intendente Luis Cantilo en 1921, ya que superaba en casi cuatro veces la máxima permitida por la avenida. Hasta el punto más alto de la cúpula mide 90 metros, llegando a los 100 con un gran faro giratorio de 300.000 bujías que lo hacia visible desde Uruguay.
Una usina propia la autoabastecía en energía. En la década del ´20, esto lo convertiría en lo que hoy denominaríamos “edificio inteligente”.

Desde entonces existen 2 montacargas y 9 ascensores, dos de los cuales están ocultos. Estos últimos respondían a las actividades comerciales de Barolo. Al llegar la mercadería ingresaba desde los montacargas ubicados en el acceso de lo que hoy es Hipólito Yrigoyen hacia los 2 subsuelos, de 1.500 m2 cada uno. Barolo utilizaba los ascensores ocultos para desplazarse de sus oficinas en planta baja, 1° y 2° piso, hasta los subsuelos evitando el contacto con sus inquilinos, que ocupaban las dependencias a partir del tercer piso.
Desde un inicio el Palacio provocó cierta perplejidad., se habló de estilo “remordimiento italiano”, gótico romántico, castillo de arena, o cuasi gótico veneciano.
La construcción finalizó en 1923 siendo bendecida el 7 de junio por el nuncio apostólico Monseñor Giovanni Beda Cardinali.
En planta baja funcionó hasta su desaparición, la agencia de noticias “Saporitti”.

En la actualidad es un edificio exclusivamente de oficinas. 

viernes, 19 de octubre de 2018

UN PALACIO DEMOLIDO EL ORTIZ BASUALDO

UN PALACIO DEMOLIDO EL ORTIZ BASUALDO




 Situado sobre Arenales, entre Basavilbaso y Maipú, frente a la Plaza San Martin, fue el regalo de bodas de Don Nicolás de Anchorena y su esposa, Doña Mercedes Castellanos, a su hija Matilde, con motivo de su enlace con Don Carlos Ortiz Basualdo.










Obra del arquitecto belga Jules Dormal, ocupaba una superficie de aproximadamente 3000 m2, distribuídos entre el magnifico palacio de 3 pisos y el jardín con su bella fuente de mármol.

Inaugurado en 1904, mereció el "Primer Premio a la Mejor Fachada", otorgado por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.









Demolido en la década del ´60, en el solar hoy se levanta el edificio de "American Express".

LAS GALERÍAS PACÍFICO

LAS GALERÍAS PACÍFICO


Galerías Pacífico es uno de los centros comerciales más importantes y tradicionales de la ciudad de Buenos Aires, Argentina.

Se encuentra en la intersección de la calle Florida y la avenida Córdoba, un lugar estratégico de la ciudad.

En un sector del edificio se encuentra el prestigioso Centro Cultural Borges.

El edificio, obra del ingeniero Emilio Agrelo y el arquitecto parmesano Roland Le Vacher, fue proyectado en 1888 como sede de la tienda por departamentos Au Bon Marché, por entonces una de las más importantes de la próspera capital argentina. Estaba inspirado en las grandes galerías europeas como la Vittorio Emanuele II de Milán, Italia, y contaba con algunos adelantos tecnológicos de la época como los ascensores mecánicos, la iluminación y la calefacción centralizadas.

Sin embargo, el uso pretendido originalmente jamás llegó a concretarse, y los locales fueron ocupados por comercios menores de rubros diversos, unidos en una sociedad llamada Galería Florida. El primer sector del edificio se terminó hacia 1894 (Florida y Córdoba), y el segundo hacia 1898 (San Martín y Viamonte). En 1896 se instaló allí el Museo Nacional de Bellas Artes y la Academia Nacional de Bellas Artes. En 1889, se construia el Phoenix Hotel (hoy Esplendor Buenos Aires), ocupando la esquina nordeste de la manzana de las galerías, mostrando ya que el proyecto original nunca sería concretado. Otros lotes sobre la calle San Martín también quedaron en diversas manos, y en la actualidad están ocupadas por varios edificios particulares.

Se estima que la galería se pudo dar por concluida hacia 1905. Poco tiempo después, en 1908, a causa de diversos problemas económicos, parte del edificio se vendió al Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico, que estableció allí sus oficinas centrales y que legaría su actual nombre al centro comercial al comprar finalmente la totalidad del inmueble. Entre 1945 y 1947, con un entorno económico más favorable, el edificio fue refuncionalizado, separando el área de oficinas de una nueva galería comercial. El proyecto estuvo a cargo de los arquitectos José Aslan y Héctor Ezcurra.

Fue entonces cuando se construyó el actual emblema de las Galerías:
la magnífica cúpula con murales de Antonio Berni, Lino Spilimbergo, Juan Carlos Castagnino, Demetrio Urruchúa y Manuel Colmeiro Guimaraes, siendo éste último, el único no argentino.

Consta de una planta en forma de cruz, con entradas por Florida, Córdoba, San Martín y Viamonte. La intención original era que estos cuatro accesos tuvieran la misma importancia, pero la realidad urbana dio relevancia a sólo dos: Florida y Córdoba.

Esta construcción se implanta en la ciudad como una forma de representar la consolidación, económica y social, recientemente adquirida por el país y como la posibilidad de asemejar a Buenos Aires con una ciudad europea: Milán.

Tuvo una importancia histórica accidentada, debió haber sido como la Vittorio Emmanuelle o como las Lafayette de París.

Pero nunca se terminó de techarlas, y en lugar de ser un centro comercial sus locales fueron utilizados como "ateliers" de pintores y peñas literarias.

La galería funcionó durante algunos años y luego - tras volverse propiedad del estado, con la nacionalización de ferrocarriles durante el gobierno de Juan Domingo Perón (1946-1955) -, entró en una progresiva decadencia, para terminar totalmente descuidada.

La reciente remodelación, y su reinauguración en 1992, ha devuelto al centro de la ciudad uno de sus espacios más atractivos.

En la restauración merece un espacio destacado, como reminiscencia al antiguo Museo Nacional de Bellas Artes, el Centro Cultural J. L. Borges, que tiene su ingreso por el segundo piso y ocupa íntegramente la tercer y cuarta planta de la galería, con dos cines, un cómodo auditorio para 370 personas, varias salas de conferencia, y más de 10.000 m2 de espacio disponible para exposiciones de arte.
Historia de las Galerías Pacífico

Las Galerías sufrieron una profunda decadencia con el correr de los años. En 1989 el edificio fue declarado Monumento Histórico Nacional, y a principios de 1990 fue totalmente remodelado y transformado en un lujoso centro comercial, uno de los más exclusivos de Buenos Aires, con el nombre de Galerías Pacífico.

El proyecto fue del arquitecto Juan Carlos López y Asociados.

En el 2006 recibieron nuevos aportes artísticos de relevancia internacional realizados por el mendocino Julio Le Parc.

Hoy es el centro de compras más frecuentado por los turistas, y alberga locales de prestigiosas marcas internacionales, tales como Swarovski, Tommy Hilfiger, Lacoste, Christian Lacroix, Rochas, Brooskfield, Chanel, Cacharel, entre otras. Posee además un importante patio de comidas y otros locales comerciales.


En 1987 un equipo de rodaje estaba filmando en el sótano de Galerías Pacífico, uno de los centros comerciales más lujosos del centro de Buenos Aires, cuando descubrieron horrorizados un centro de tortura abandonado. Resultó ser que durante la dictadura, el Primer Cuerpo del Ejército escondió a algunos de sus desaparecidos en las tripas del centro comercial. En las paredes de las mazmorras todavía se podían ver las marcas desesperadas que habían hecho los prisioneros muertos hacía tiempo: nombres, fechas, súplicas de ayuda

jueves, 18 de octubre de 2018

PALACIO DE LOS LEONES DE LA FAMILIA DÍAZ VÉLEZ

PALACIO DE LOS LEONES DE LA FAMILIA DÍAZ VÉLEZ




El Palacio Díaz Vélez es una de las residencias aristocráticas más antiguas y tradicionales de Buenos Aires, acabada muestra del poder social y económico de la familia de Eustoquio Díaz Vélez (hijo), que se ubica en el Barrio de Barracas y que pertenece a la Ciudad de Buenos Aires.

El Palacio Díaz Vélez fue construido por el estanciero Eustoquio Díaz Vélez, (1819-1910), tercero y único hijo varón del general Eustoquio Díaz Vélez, quien fuera unos de los principales promotores de la Revolución de Mayo de 1810 y de la guerra de la Independencia de Argentina.
Eustoquio Díaz Vélez hijo fue, al igual que su padre, uno de los hacendados más importantes de la provincia de Buenos Aires y una de las grandes fortunas de los ganaderos argentinos.

El progreso económico del país forjado a partir de la segunda mitad del siglo XIX le permitió, sumado a sus dotes de incansable laboriosidad, manejar exitosamente su estancia El Carmen y sus campos ubicados en Necochea.

Inicialmente, en los tiempos en que la actual Avenida Montes de Oca se denominaba Calle Larga o Santa Lucía, la mansión fue un edificio de una sola planta, aunque imponente, cuyo blanco frente estaba sostenido por seis columnas clásicas rodeadas por unas ventanas en voladizo, que asomaban hacia el exterior del conjunto. Toda la residencia estaba circundada por un esmerado parque, característico de las quintas de las familias tradicionales porteñas que se ubicaban a lo largo de esa avenida.

Hacia principios del siglo XX la mansión fue objeto de una completa transformación. Se construyó un notable palacio, con entrada principal por la Avenida Montes de Oca 110, influenciado fuertemente por la arquitecturafrancesa Beaux Arts, de admirable diseño.

Los Díaz Vélez plantearon la obra a partir de los planos del clásico grand hôtel particulier francés de tres niveles o alturas: planta principal, planta de habitaciones particulares y mansarda con techo de pizarra. Sobre uno de los costados se ubica una cúpula revestida del mismo material.

Luego del fallecimiento de Eustoquio Díaz Vélez hijo, el Palacio Díaz Vélez continuó siendo la residencia de su hijo menor, el arquitecto Eugenio Díaz Vélez, casado con María Escalda, padre de dos hijas: María Eugenia Díaz Vélez y Josefina Díaz Vélez.
Eugenio, de refinados gustos estéticos, encomendó la remodelación del parque del Palacio Díaz Vélez al afamado arquitecto paisajista Carlos Thays, quien, en 1913, embelleció los jardines adyacentes al Palacio, añadiéndole nuevas fuentes y esculturas.

Eugenio, además de habitar en este espléndido palacio capitalino, proyectó y construyó una importante residencia rural en el casco de su "Estancia San Francisco", ubicada en las adyacencias de la Estación Egaña, en el Partido de Rauch, en la Provincia de Buenos Aires que recibe la denominación de Castillo San Francisco. Ambas propiedades se destacaron por su belleza.

En 1930 falleció Eugenio Díaz Vélez y su viuda e hijas vendieron el Palacio a la Ciudad de Buenos Aires.

El Palacio Díaz Vélez se incorporó a la Casa Cuna, denominación del actual Hospital General de Niños "Dr. Pedro de Elizalde" de la que es lindante.
Luego de la epidemia de poliomelitis que azotó a Buenos Aires en la década de 1950 el hermoso edificio sirvió para la atención de enfermos que padecían esa dolencia.

En la actualidad en la residencia funciona la Fundación Vitra -Fundación para vivienda, trabajo y capacitación del lisiado- institución que data de 1965.

El Palacio Díaz Vélez es un edificio emblemático por su historia y características, el único de su tipo que se conserva en pie a lo largo de la Avenida Montes de Oca y al que la ciudad de Buenos Aires debe otorgarle una refuncionalización y conservación adecuados. Junto a su su parque centenario posee singularidades patrimoniales y estéticas que merecen su catalogación y protección.

Debido a su valor arquitectónico, paisajístico e histórico actualmente hay un interés en que sea declarado Monumento Histórico Nacional, del tipo Monumento artístico, por el P.E.N. con lo cual gozará de una especial protección jurídica con rango legal para su preservación, enriquecimiento y exhibición.




PALACIO CARÚ

PALACIO CARÚ



El Palacio Carú ya no existe, lo demolieron en 1967, estaba en la avenida Rivadavia 5491, había sido inaugurado en 1917, su arquitecto fue Virginio Colombo.

En esta mansión, casona o residencia vivían Eduardo Carú, su esposa, Juana Costa de Montarcé, habitaron esta mansión durante cuatro décadas, en su interior una escalera de mármol que llevaba a la gran torre circular, angelitos tallados en la pared y dos retratos: del Dante Aligheri y de Miguel Ángel. 

En la puerta: tenían unos querubines realizados por el escultor J. Bianchi Peletti.

Por otro lado este palacete dio para historias de fantasmas, intrigas que se conocieron en el barrio. 

Este palacio de color chocolate, de una forma cilíndrica, estaba ubicada en la esquina nordeste de Añasco, punto en que anteriormente se conociera la Quinta de Ocantos, la que permitió, al ser rematada, la apertura de esa calle.

Luego de su demolición, en julio de 1967, se construyó un edificio de departamentos.