Translate

miércoles, 6 de mayo de 2015

Roma la Basilica de San Clemente

Imperdible la Basílica de San Clemente en Roma, para viajeros


Una de las visitas que no puede obviar el turista que visita Roma es la Basílica de San Clemente, que además queda muy cerca del coliseo,( dos cuadras y media).
Estaba situada en el centro de la antigua ciudad romana.
Durante el siglo II d.C., en el terreno sobre los que hoy se encuentra la iglesia, estaba construida una mansión romana, propiedad de Tito Flavio Clemente, uno de los primeros senadores romanos que se convirtieron al Cristianismo. La casa era utilizada para realizar reuniones secretas, ya que la religión cristiana estaba prohibida en aquella época. En el siglo II se construyo en el lugar un templo mitraista.
 Después se construyó una gran sala sobre la mansión que, tras el fin de la persecución cristiana en el año 313 d.C., pasaría a convertirse en una basílica bajo la bendición del Papa Siricio.

La iglesia durante la invasión de los normandos, sufrió grandes daños y quedo en ruinas bajo cinco metros del nivel de las calles.
En el año 1108 sobre la iglesia antigua se construyó una nueva que fue hecha bajo las ordenes del papa Pascual II, y es la que subsiste hasta ahora, siendo de la época medieval. San Clemente I fue el tercer sucesor de San Pedro


A simple vista, la Basílica de San Clemente podría parecer un templo como el resto de los que se pueden encontrar en Roma,  en su interior se pueden encontrar importantes e inimaginables tesoros y recorrer siglos del pasado.
La pequeña iglesia posee una rica decoración, de la que merece la pena destacar algunos mosaicos que se conservan desde el siglo XII.

A través de la sacristía es posible acceder hasta la iglesia del siglo IV en la que, entre la oscuridad, el frío y la humedad, aún se pueden ver gran parte de los frescos decorando las paredes, además de algunos fragmentos de los mosaicos que cubrían el suelo del templo.

Hoy se puede acceder hasta la primitiva basílica romana , y también se pueden recorrer las antiguas viviendas romanas, realizadas en ladrillo antiguo, grande y sin cocer. En una de las habitaciones se puede ver correr el agua que circula a través de la Cloaca Máxima, el principal sistema de alcantarillado de la antigua Roma.

imagen de la antigua iglesia romana

viernes, 1 de mayo de 2015

La Iglesia más antigua de Buenos Aires, San Ignacio


IGLESIA SAN IGNACIO DE LOYOLA



La Iglesia más antigua de Buenos Aires. 
En 1585 los jesuitas llegaron a Santiago del Estero y dos años más tarde a Córdoba. En 1608 estaban en la ciudad de la trinidad y puerto de buenos aires y un año después fundaron la primera misión del Paraguay, san Ignacio guazú. La historia de esta manzana comenzó cuando La Compañía de Jesús -los Jesuitas-, que habían construido un colegio y una capilla donde hoy está la Plaza de Mayo, tuvieron que abandonar ese lugar porque estaban muy cerca del río, un lugar vulnerable que podía ser usado por los invasores como refugio y que al mismo tiempo representaba un peligro para los religiosos, ya que en un enfrentamiento quedarían en medio del fuego cruzado.
maqueta del fuerte y el asentamiento jesuita

 Fue así que en 1661 se trasladaron a la ubicación actual, en pleno casco histórico de la ciudad, donde comienzan a construir la nueva iglesia (hoy San Ignacio de Loyola) y el nuevo colegio (hoy Colegio Nacional Buenos Aires) la manzana limitada por los actuales calles Bolivar, Moreno, Perú y Alsina se comenzó a construir el nuevo colegio e iglesia de san Ignacio. Un año después los padres se trasladaron al nuevo edificio que los albergó precariamente y que se estima fue terminado en 1675. En 1686 los jesuitas se empeñaron en la reconstrucción de San Ignacio y en 1712 comenzaron las obras para reparar el antiguo templo que ya estaba muy deteriorado. En tanto se construía el nuevo se siguió utilizando la antigua construcción. El templo fue inaugurado en 1722 y consagrado en 1734. En 1767 Carlos III rey de España ordena la expulsión de los jesuitas que fueron embarcados en varias fragatas con destino a Cádiz. Sus bienes fueron administrados por la junta de temporalidades. El templo permaneció cerrado por tres años hasta que el gobernador Juan José de Vértiz ordenó su apertura en 1770. 
La torre derecha fue levantada en el siglo XIX y con posterioridad se colocó dentro de ella el reloj que perteneció al Cabildo de la Ciudad. 
La iglesia fue puesta en manos del presbítero Manuel mansilla. Durante algunos años mientras se reparaba la iglesia catedral- se trasladan a San Ignacio algunas funciones de la misma entre otras el Santísimo Sacramento. Las obras de la catedral fueron terminadas en 1791, fecha en que se trasladó al Santísimo y a las imágenes de San Martín de Tours, patrono de la ciudad de Buenos Aires nuevamente allí.
 Los túneles de las Manzanas de las Luces parecen haber sido construidos en dos momentos distintos, uno que muestra un trazado irregular para sortear los cimientos y el otro recto con un altura, en algunos sectores que alcanzan los 2 metros y un diámetro promedio de 1,60 m, éstos se deben haber construido para escapar ante la posibilidad de un ataque.

martes, 28 de abril de 2015

Buenos Aires en 1780, su arquitectura

BUENOS AIRES SU ARQUITECTURA EN EL SIGLO XVIII

Casa Basabilbaso en 1782

El siglo XVIII fue de gran trasformación para la ciudad de Buenos Aires. Según el plan de reformas trazado por los reyes de la Casa de Borbón destinado a mejorar sus dominios en América con una nueva organización administrativa y legal, se creó el virreinato del Río de la Plata —con sede en Buenos Aires— y más tarde fue subdividido el vasto territorio en Intendencias. Otras creaciones de carácter institucional, como la Audiencia y el Consulado, dieron mayor jerarquía a la ciudad, mientras la sociedad porteña recibió el valioso aporte cultural de varios científicos que arribaron con motivo de las comisiones de límites hispanolusitanas, debido al término de las luchas por la Colonia del Sacramento.
El adelanto edilicio y crecimiento de la ranchería fue visible. En 1783 Francisco de Aguirre escribió: no hay uno que no se asombre de la trasformación de Buenos Aires casi de repente. El villorrio del siglo XVII fue tomando lentamente el aspecto de una ciudad, aunque desde tiempo atrás ya ostentaba ese titulo, a pesar de la ranchería que se observaba por doquier.
A mediados del siglo XVIII, el área urbana de Buenos Aires comprendía el centro, los arrabales y las quintas. La zona céntrica estaba limitada hacia el sur por el "zanjón del Hospital" o "del Alto" (actual calle Chile} y hacia el norte por el "zanjón de Matorras" o de "las Catalinas"que corría entre las actuales calles Paraguay y Córdoba. Los días lluviosos aumentaban peligrosamente el caudal de sus aguas y fueron el motivo principal que demoró por años el poblamiento de las zonas del Retiro y del Socorro. El rústico puerto ubicado al sur perdió utilidad por las basuras y resacas que arrastraban las aguas del Riachuelo, las cuales rellenaron el lugar, que se trasformó en una zona inundable. Por esta causa, los marinos buscaron lugares de mayor profundidad —denominados "pozos"— para anclar las naves y descargar pasajeros y mercancías a carretones de altas ruedas, que hacían el trasbordo hasta la tierra firme. En la zona cercana a la desembocadura del Riachuelo se levantaron los primeros depósitos y galpones, por eso con el correr del tiempo el lugar recibió el nombre de Barracas. Allí también comenzaron a funcionar hornos para fabricar tejas y ladrillos. El inconveniente de los zanjones impulsó a los vecinos a extender sus viviendas hacia el oeste y en esa dirección se amplió la zona urbana, hasta la altura de las actuales calles Lima y Cerrito. En dirección al este, el limite lo establecía la costa del río.
Las casas más destacadas de la sociedad porteña se levantaron en el barrio de Santo Domingo, el más aristocrático del siglo XVIII. Cabe mencionar en primer término la de Domingo de Basavilbaso, español que hizo fortuna en el comercio. Su vivienda puede considerarse como modelo de arquitectura civil colonial y se afirma que fue la primera en Buenos Aires que tuvo aljibe. El edificio fue construido en el año 1782 y ocupaba la esquina sudoeste de las calles Belgrano y Balcarce, esta última era en aquellas épocas el bajo o la ribera. La casa de Basavilbaso subsistió hasta no hace muchos años, aunque muy deteriorada y semihundida a causa de la nivelación de las calles. Sobre la portada podía observarse un elegante coronamiento barroco de influencia portuguesa y las ventanas con las características "rejas voladas" y una moldura curva superior.
En el interior, un corredor cubierto de tejas conducia a un patio con salida a la calle Balcarce por medio de un ancho portón. 
Fallecido Basavilbaso, el edificio pasó por herencia a la familia de Azcuénaga, la cual lo alquiló más tarde para Aduana. Cuando el último organismo se trasladó a otro local más nuevo,(la Aduana nueva construida en 1855) también se conoció a la casona con el nombre de Aduana Vieja.
Otra mansión de antaño ya desaparecida fue la casa de la Virreina vieja, cuya fachada sobre la calle Perú constaba de varias ventanas y una amplia portada de acceso, de estilo barroco, donde se congregaban las familias de la sociedad porteña en sus famosas tertulias.

domingo, 26 de abril de 2015

Los cabarets de la belle epoque

Los Cabarets de la última etapa de la Belle epoque


El Chantecler

El primer Chantecler se inauguró en 1910, cambiando de nombre varis veces.
El "Chantecler" del tango de Enrique Cadícamo también fue un cabaret y estaba situado en Buenos Aires, en la calle Paraná, entre Corrientes y Lavalle. Se había inaugurado en 1924 y en él tocaron grandes y famosas orquestas.Funcionaba en un edificio afrancesado, donde los concurrentes se sentían en su adorada Francia. En ese tiempo de bonanza se tiraba manteca al techo en los lugares de diversión. Los había serios pero otros eran ámbitos de caos o desorden por obra de pícaros y en circunstancias propias de la picaresca de la noche porteña. Esto significaba la frase tirar manteca al techo. El periodista Miguel Angel Bavio Esquiú, con su personaje "Juan Mondiola", ayudó a difundir la expresión.
El "Chantecler" fue demolido en 1960 y como el autor (Enrique Cadícamo) era un asiduo concurrente compensó, de algún modo, su tristeza por la desaparición, con una letra con la que se describen mejor las vivencias de esa sala de diversión nocturna de un Buenos Aires de ayer, memorada en poemas y letras y todavía presente en la memoria y en el sentimiento de los viejos tangueros. Mi padre ya muy mayor cuando hablaba del Chantecler o del Tabaris se le iluminaban los ojitos.

El Tabaris

El Tabaris habre sus puertas en 1924, siendo el lugar de reunión de los jovenes de la clase alta de Buenos Aires.
La parte superior albergaba los palcos y reservados. Cubiertos por finos cortinados de brocados, mantenían a resguardo de inoportunas miradas, la presencia asidua de las cocottes con sus acompañantes. 
Espectáculos de diversos géneros se presentaban sobre un escenario levadizo. Entre plumas, reflectores, lentejuelas, strass y estilizados cuerpos de época, el varietté, los números vivos y acrobáticos, el music hall y el tango se manifestaban con su desenfrenada ansia de reconocimiento popular, arrastrando su cuota de melancólica frivolidad.
En esta atmósfera nace, respira y crece el Tabarís, cabaret de lujo emblemático y cosmopolita. Actuaron en él Josephine Baker –en pleno apogeo-  y la Mistinguette, haciendo gala de sus piernas sin igual. Elencos y figuras locales y extranjeros se alternaban en un vertiginoso frenesí que más tarde daría lugar a la Revista. 
La presencia de Eduardo de Windsor (Príncipe de Gales), Orson Welles, Maurice Chevalier, Luigi Pirandello, Carlos Gardel, Federico García Lorca y hasta el Maharajá de Kapurtala con sus catadores reales –entre tantos otros-, engalanaron sus noches. 
Sobre el final de la belle epoque y los estertores del régimen conservador en Argentina, nacen los cabarets como una marca de clase e imagen (Historia del Tango-José Antonio Navarro).
En 1949, el Tabarís celebró sus 25 años de vida. Andrés Trillas ofreció a los concurrentes champagne y faisán para el festejo. 

jueves, 23 de abril de 2015

Mar del Plata, historia

Fundación de la ciudad de Mar del Plata , su historia y arquitectura


Después de varias incursiones en la zona en 1865 Meyrelles , un comerciante portugués le vende sus tierras a Patricio Peralta Ramos (1814-1873) , desde que comenzó la vida comercial intensa en el lugar, saladeros y cría de ganado, surgió la idea de fundar un pueblo. Juan A. Peña, en 1864 había obtenido del gobernador Mariano Saavedra la autorización para fundar "el pueblo de la Laguna de los Padre" (donde aun se encuentra una capilla construida por los jesuitas.) que no pudo llevarse a cabo ya que para ello era preciso una ley de expropiación de las tierras de Peralta Ramos.
En 1873 Peralta Ramos presentó un escrito solicitando la fundación de la ciudad y ofreciendo gratuitamente las tierras necesarias, en su nota decía "Este pueblo posee un puerto natural sobre el Atlántico que lo pone en comunicación directa con el extranjero." Es ventajosísimo para la instalación de saladeros".
Villa Ocampo, hoy un museo

El 16 de Octubre de 1879 se creó el partido de Gral. Pueyrredón, pero recién el 15 de Julio de 1907 el antiguo pueblo que hasta el momento se había llamado Balcarse fue declarada ciudad con el nombre de Mar del Plata.
Habiéndose  valorizado éstas tierras después de la campaña al sur efectuada por Roca, comenzaron a venderse las tierras en parcelas.
Desde 1857 hasta 1886, fecha en que con la llegada del ferrocarril la ciudad que había decaído con el abandono de los saladeros, adquiría nueva vida.
El centro se encontraba en la plaza América después llamada Luro., encontrándose terrenos baldíos a una cuadra de la plaza. Las primeras construcciones de casas eran de ladrillo y adobe sin revocar.
La belle époque, se la llamó de esa forma ya que el francés era el idioma universal de la época y su su comienzo puede ubicarse en 1899 en que comienza el gran auge de Mar del Plata, un año antes se había inaugurado el Bristol hotel. La dependencia de la burguesía argentina al capitalismo inglés, le permitió vivir un auge económico con sobrante de riqueza, la élite vio la posibilidad de tener una ciudad a su medida donde encontrarse a jugar y tener actividades sociales sin estar rodeados de inmigrantes y plebeyos como estaba Buenos Aires.
Posteriormente se construyo la rambla de madera , lugar de paseo y de encuentro de las familias de la oligarquía argentina.. En 191 se construyó la rambla de material.

miércoles, 22 de abril de 2015

La arquitectura jesuítica, ruinas y más

LA ARQUITECTURA JESUÍTICA



Ruinas de San Ignacio mini en Misiones

 La Compañía de Jesús, fue fundada en el año 1540 por el papa Pablo lll ésta fue la orden religiosa más importante para la Reforma Católica.
Su fundador y primer superior general, Ignacio de Loyola, no era un clásico religioso conventual, era esencialmente un militante y un militar. No iba a pensar en una orden reflexiva y contemplativa y solamente evangelizadora, sino una iglesia armada
En Perú misión jesuítica andina data año 1577

 Por eso no llama a su creación “Orden, sino “Sociedad” que se aproxima más a un objetivo comercial. Loyola no iba a mercar oro y especies. Iba a mercar almas. 
En esa época los indígenas pintaban imágenes con arcabuses
Necesitaba de un nuevo paradigma de religioso: un teólogo que defendiese la primacía de lo antológico contra lo empírico e interpretativo, según lo estatuido por el Concilio de Trento pero además, y como muy acertadamente lo define Lucia Gálvez: “Había entre los jesuitas científicos, artistas, arquitectos e intelectuales de todo tipo.
El misionero jesuita era, por necesidad un Proteo que se transformaba en mil figuras y hacia mil papeles diferentes. Era el arquitecto y el albañil, el carpintero y el tallista, el maestro de música y el que hacia y enseñaba hacer los instrumentos, tales como órganos, clavicordios, violines, etc.  Las “Cartas Armas” enviadas periódicamente por los provinciales de Tucumán, Chile y Paraguay al Superior de Roma, nos brindan testimonio no solo de su acción evangelizadora sobre españoles, tu Dios y negros, sino de sus acciones sociales, económicos y etiológicas (sobre todo los primeros años)
 Entre ellos y los “Papeles Eclesiástico de Tucumán” recopilados por Levillier, podemos tomarnos una idea de cómo fue el inicio de la influencia jesuítica”.
Completo en idea: además de dar misa y evangelizar, era maestro, médico, dentista, obstetra, sanitarista, cronista, albañiles y arquitectos.

arquitectura jesuitíca en Chiquitos Bolivia


Esa estrategia fue magistralmente  caracterizada por el General Ampe, en 1919, cuando dice: La evangelización debe vivificar a ese ser, personal y único, que es un hombre y es un hombre inserto en la cultura que el ha constituido a formar.  La evangelización, por lo tanto, ha de tener en cuenta el contexto especial y diferenciado que es propio en cada pueblo”
Pero para difundir la doctrina, acabar con la idolatría e instaurar una comunidad fehaciente, era preciso reunir al grupo aborigen, esto es, reducirlo a un estado de convivencia en el que  seria factible introducir lenta y escrupulosamente los principios deseados. La experiencia jesuita en Juli, a orillas del lago Titicaca, proveyó de suficientes ideas y estructuras  para poner en practica en Paraquaria: aislamiento mecanismos de coerción colonial (encomienda y un sistema “libre” de mercado, fatal para los indios) poblaciones exclusivamente habitadas por los aborígenes. Praxis artística, organización a ultranza de los labores. La catequesis se haría a partir de los niños, acompañada de incipientes enseñanzas: destrezas, bailes, música y en etapas posteriores, lecto-escritura. Esto conduciría a un ritmo lento de evangelización que a menudo amerito observaciones criticas sobre el proceso jesuita en el Guayra, no se trataba de las conversaciones multitudinarias que en principio eran juzgadas como exitosas.
Solo con esa filosofía de mancomunidad y hermandad se explica la serenidad con que va a la muerte. Roque González de Santa Cruz y sus compañeros o el perfecto encuadre militar de los guaraníes en   Mborore a las órdenes de Ignacio Abiaru. Para el buen desempeño de las tareas de evangelización y adoctrinamiento, eran necesarios espacios donde el sonido llegase con claridad.

De allí y siendo los jesuitas, por su regla, una orden predicadora, adopto para sus iglesias, el esquema de “iglesia aula” cuyo desarrollo conllevaría la creación de una diferenciada  “manera” de encarar la arquitectura.
Dice Giovanni Sale: “El Surgimiento de la arquitectura jesuita nace en Roma, dentro del modo de construir sintético, simplificado y despojado de los oratorios e iglesias romanas, surgidas en esa ciudad entre 1530 y 1570, vale decir bajo el Pontificado de Pablo III, y durante el desarrollo del Concilio de Trento. Sale definió a esta arquitectura como “pauperismo arquitectónico”.
 Ciertamente, la Reforma Católica se alejo del extremoso culto a la belleza como lo había concebido el Renacimiento, para volver a la espiritualidad, a la rigidez moral de los orígenes del cristianismo. La Reforma, exigiendo una renovación de la catequesis a través de la predicación, creo un nuevo “programa” de la Iglesia: Nave unida en forma de aula rectangular, no muy profunda y ancha en boca, enfatizando la exigencia de concentración de la comunidad eclesial en la predicación y la Eucaristía. Aula rectangular , cielo raso plano, altar al fondo y central. Todo para favorecer la visualización y una adecuada acústica.
Estas premisas, en especial la pobreza y la funcionalidad, fue considerado a partir de modelos paleocristianos, pero su reutilización fue promovida por Antonio de Sangallo.
El vasto espacio unitario rectangular (aula), poseía usualmente dos filas de capillas interconectadas en los lados largos y un área especializada para el altar mayor al fondo, a Titulo de Capilla mayor, a veces abovedada, con funciones de presbiterio. En realidad, se prefería el techo plano, porque se había descubierto  que la bóveda, con sus reflexiones acústicas, dispersaba la voz, lo que atentaba contra la predicación.

Las Congregaciones Generales marcaron una serie de normas de cómo se debía ser el modo “nuestro” de construir. La salubridad de la implantación, y una arquitectura útil, funcional, económica en construcción y mantenimiento, lejos de los tonos pomposos de la arquitectura anterior. Naciendo así la arquitectura colonial hispana

Pulpería “La Blanqueada”

Pulpería “La Blanqueada”


(De Alberto Octavio Córdoba)

“Después de pasar el arroyo Maldonado por un viejo puente de madera que soportaba el tránsito a fuerza de remiendos, a la altura de la entrada donde es Belgrano –entonces los Alfalfares de Rosas– estaba ‘La Blanqueada’, una de las pulperías más viejas del camino, parada de carretas y tropas de carros y que más tarde, cuando fue de Bellocq, se transformó en una buena casa de negocio” (1).
Aquel edificio se encontraba situado, como ya lo hemos señalado, en la esquina noroeste de Cabildo y Pampa. “En 1859, refiere don Luis Fonteynes, cuando Belgrano aún estaba en pañales, mi abuelo materno adquirió la propiedad 'La Blanqueada', que todavía subsiste en las calles Cabildo y Pampa, antes 25 de Mayo y Moreno, y que, según la leyenda, fue una de las primeras construcciones de la localidad" (2). Luego, más adelante, este antiguo vecino nos hace saber que después de la muerte de su abuelo, llamado Juan Luis Artigues, ocurrida en 1870, “la consiguiente testamentaría exigió la subasta pública judicial, para facilitar la repartición entre los herederos; 'La Blanqueada' fue adquirida por su actual poseedor,  don Alejandro Caride, en la suma de cuatrocientos mil pesos moneda corriente, entonces una fortuna y hoy tan solamente diez y seis mil pesos moneda nacional”.
Cuando en 1870 se realizó la tasación de los bienes dejados por el señor Artigues, la propiedad “llamada 'La Blanqueada' situada en el Partido de Belgrano", estaba compuesta por diez habitaciones de material, un cuarto con techo de madera, cocina, pesebres, jardín, arboledas y un terreno de118 metros de frente (sobre Cabildo), por 85 metros de fondo. En la repartición que se hizo de sus bienes, “La Blanqueada” le correspondió a una de sus hijas, doña Elena Artigues de Fonteynes (3).
Todas las habitaciones de la casa daban  al exterior y los balcones estaban protegidos por rejas. La tirantería era de quebracho y la entrada se hacía por dos puertas de dos hojas cada una. El cuerpo principal de la casa estaba compuesto de cinco cuartos y una sala; los restantes ambientes eran para el personal de servicio. Después del jardín se encontraba la quinta, bien poblada de árboles frutales. A ella se entraba por un camino arbolado por 22 paraísos. Allí había 250 durazneros y perales de buena clase, 6 nísperos, 5 damascos, 3 limoneros, 4 guallabas, 2 laureles, 4 tilos, 264 varas lineales de romero y alhucema, 85 pies de parra pequeña y 12 suspiros de Venus.
Fue en ese edificio llamado “La Blanqueada”, donde se instaló don Alejandro Caride, mientras terminábase de construir la hermosa casa que el nuevo propietario había  mandado levantar en el centro mismo de la manzana, recientemente adquirida por él (4). Muchos años más tarde, en 1919, ese edificio iría a ser ocupado por las Hermanas Dominicas, funcionando en él desde aquella época, el colegio “Nuestra Señora del Rosario”. En  cuanto al edificio de “La Blanqueada”, éste se mantuvo en pie largos años. Por 1890, en ese lugar vivía una familia de apellido Buttler. Hoy en esa esquina, antigua parada de carretas y viajeros, se levanta la sucursal de una institución bancaria.
______
(1) Manuel Bilbao, Tradiciones y recuerdos de Buenos Aires. pág. 444, Buenos Aires, 1944.
(2) Luis de Fonteynes, Belgrano: antaño y ogaño, en : La Prensa de Belgrano, año XL, Nº 1738 (Capital Federal), Belgrano, enero 5 de 1913.
(3) Archivo General de la Nación, Legajo Tribunales, Nº 3601. Sucesión de Juan Luis Artigues.
(4) Ahí en esa casa nací yo, nos refería doña María Angélica Caride de Calvo, y recuerdo, agregaba, que cuando éramos chicos, una de las diversiones que teníamos, era la de seguir con la vista, desde la esquina de Pampa y Cabildo, todo el recorrido de los trenes a vapor, desde que cruzaban las barreras de Cabildo y Dorrego, hasta que llegaban a la estación Belgrano R. Así era de despoblado Belgrano en aquellos años.

Imagen: Lo que quedaba de "La B1anqueada" en el año 1912.
Texto tomado del libro: El barrio de Belgrano. Hombres y cosas de su pasado histórico. Cuadernos de Buenos Aires; Bs. As., 1968.