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miércoles, 16 de septiembre de 2015

Arq MARIO JOSÉ BUSCHIAZZO

Arq MARIO JOSÉ BUSCHIAZZO



Mario J. Buschiazzo nació en la ciudad de Buenos Aires el 10 de diciembre de 1902, en el seno de una familia de arquitectos. Su tío, el arquitecto Juan Antonio Buschiazzo, en su testamento hizo mención especial para con su sobrino Mario, para que se atendiese su educación. Es así que cursa el Bachillerato en el Colegio Internacional de Olivos (provincia de Buenos Aires), los cuales terminó en 1920 con medalla de oro. Ingresó al año siguiente en la Universidad de Buenos Aires donde se graduó como arquitecto en 1920, inició su actividad docente en 1933, profesor titular por concurso en 1941 y profesor emérito en 1967.
A diferencia de sus familiares que ejercían la arquitectura en el ámbito del ejercicio privado de proyectos y dirección de obras, Mario Buschiazzo dedicó sus esfuerzos hacia la función pública, tanto en la docencia como en su labor de arquitecto que tendió a especializar cada vez en la problemática del patrimonio cultural. En 1928 comenzó a desempeñarse como arquitecto en el Ministerio de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires y poco después en la Dirección General de Arquitectura, del Ministerio de Obras Públicas de la Nación, donde atendió diversos proyectos de carácter oficial. En 1929, cuando el gobierno nacional se hizo cargo del "Instituo Americano" de Adrogué (provincia de Buenos Aires), convirtiéndolo en el Colegio Nacional "Almirante Brown" y realizando una profunda reforma en su estructura y cuerpo docente, Buschiazzo fue incorporado como profesor de Matemáticas, pasando luego a dictar Historia, la cual continuó hasta 1950.
Su carrera docente alcanzó en 1933 los niveles terciario y universitario. Asumió la cátedra de Historia del Arte en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario hasta 1941 y docente libre a cargo de un curso de Historia II en la Escuela de Arquitecura de la Universidad de Buenos Aires hasta 1935, cuando fue designado profesor adjunto de Historia I. En 1941 mediante el primero, y único por varios años, concurso de oposición realizado en la Escuela de Arquitectura, alcanzó el nombramiento de titular de Historia II. En este período desarrolló sus investigaciones sobre arte y arquitectura hispanoamericana, que configuró su especialidad. Los resultados de esos estudios se transfirieron al conocimiento general por medio de folletos y libros, que rápidamente crecieron en su tamaño y trascendencia.
Como escritor ya había iniciado sus tareas en 1919 como director de la revista Páginas, periódico estudiantil cuando cursaba el bachillerato. En 1932 publicó Beethoven, un folleto editado por el Colegio Nacional "Almirante Brown", dando a la imprenta al año siguiente otro titulado El arte oscuro del cristianismo. La aproximación a su especialidad se concretó a partir de 1934 con la edición en La Plata de su trabajo Panorama histórico de los Estados Unidos a través de su arquitectura. en 1935 publicó en el número 172 de la Revista de Arquitectura una nota denominada Un precursor americano del funcionalismo. En febrero de 1936 apareció su artículo Arquitectura Colonial Americana en el volumen XXXVII de Informes y Memorias de la Sociedad de Ingenieros del Perú. Abordaba así el campo temático al que dedicó en adelante sus mayores esfuerzos como investigador, docente, arquitecto restaurador y conservacionista.
Su extensa tarea docente abarca importantes aportes a su especialidad. Realizó infinidad de conferencias, cursos y seminarios, además de la voluminosa obra escrita entre la que podemos destacar títulos como: La Arquitectura Colonial en Hispano América (1940), La Catedral de Córdoba (1941), Buenos Aires y Córdoba en 1729 según cartas de los PP. Gervasoni y Cattaneo (1941), La Iglesia de la Compañía en Córdoba (1942), Por los Valles de Catamarca (1942), La Catedral de Buenos Aires (1942), Estudios de Arquitectura Colonial en Hispano América (1944), La Iglesia del Pilar (1945), Historia del Arte Hispano Americano (1945-50), De la cabaña al rascacielos (1945) el cual fue traducido al inglés, Bibliografía de Arte Colonial Argentino (1947), La Estancia Jesuítica de Santa Catalina (1949), La Estancia Jesuítica de Jesús María (1949), El templo de San Francisco de La Paz (1949), Skidmore - Owings - Merrill (1959), Argentina, monumentos históricos y arqueológicos (1959), Historia de la Arquitectura colonial en Iberoamérica (1965), Art-Nouveau en Buenos Aires (1965), Arquitectura del Estado de Buenos Aires de 1853 a 1862 (1965), La arquitectura en Buenos Aires -1850/1880- (1966), La arquitectura en la Argentina (1967), Las estancias jesuíticas en Córdoba (1969), Historia de la Arquitectura Colonial en Ibero-América (1979) y La arquitectura colonial (sin fecha). Merece hacerse mención también de la innumerable cantidad de folletos, artículos, prólogos, reseñas e informes en el cual participó, así como conferencias, cursos y seminarios.
Fue de carácter trascendental en su vida profesional la fundación del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas en el ámbito de la Escuela de Arquitectura en 1946. Buschiazzo preparó su reglamento e inició su organización hasta el 1° de abril de 1947, cuando su nombramiento como director quedó vigente con el inicio del año académico. Desde entónces ejerció en forma continua e initerrumpida las tareas de docente e investigador, renunciando a otros cargos ejecutivos de la administración pública. Desde las oficinas del Instituto, instalado inicialmente en un pequeño local del segundo piso de la calle Perú 294 (hoy desaparecido), apoyó la formación de investigadores y docentes, así como la aparición de los Anales -que Buschiazzo preparó en un total de 23 sucesivas ediciones a partir de 1948- y los Cuadernos del Instituto hacia 1954.
Respecto del personal del Instituto, que hasta 1964 se había limitado al Director y una o dos personas más, se sumaron tres miembros rentados por la Facultad equiparados a jefes de trabajos prácticos, dos miembros del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) y cuatro por el INTA (Instituto Nacionald de Tecnología Agropecuaria), los cuales se organizaron en equipos de trabajo. Diversos subsidios otorgados por estas instituciones públicas fueron el apoyo fundamental a la formación de nuevos investigadores, los cuales continúan trabajando en IAA y forman parte de su dirección y cuerpo consultor.
El arquitecto Mario José Buschiazzo murió en su casa de Adrogué el 15 de agosto de 1970.
Fuente
Arq. Alberto de Paula
Anales del Instituto
N° 31-32 (1996-97


martes, 15 de septiembre de 2015

HISTORICAS GALERÍAS PACÍFICO

HISTORICAS GALERÍAS PACÍFICO



El edificio, obra del ingeniero Emilio Agrelo y el arquitecto parmesano Roland Le Vacher, fue proyectado en 1888 como sede de la tienda por departamentos Au Bon Marché, por entonces una de las más importantes de la próspera capital argentina. Estaba inspirado en las grandes galerías europeas como la Vittorio Emanuele II de Milán, Italia, y contaba con algunos adelantos tecnológicos de la época como los ascensores mecánicos, la iluminación y la calefacción centralizadas.

Sin embargo, el uso pretendido originalmente jamás llegó a concretarse, y los locales fueron ocupados por comercios menores de rubros diversos, unidos en una sociedad llamada Galería Florida. El primer sector del edificio se terminó hacia 1894 (Florida y Córdoba), y el segundo hacia 1898 (San Martín y Viamonte). En 1896 se instaló allí el Museo Nacional de Bellas Artes y la Academia Nacional de Bellas Artes. En 1889, se construia el Phoenix Hotel (hoy Esplendor Buenos Aires), ocupando la esquina nordeste de la manzana de las galerías, mostrando ya que el proyecto original nunca sería concretado. Otros lotes sobre la calle San Martín también quedaron en diversas manos, y en la actualidad están ocupadas por varios edificios particulares.

Se estima que la galería se pudo dar por concluida hacia 1905. Poco tiempo después, en 1908, a causa de diversos problemas económicos, parte del edificio se vendió al Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico, que estableció allí sus oficinas centrales y que legaría su actual nombre al centro comercial al comprar finalmente la totalidad del inmueble. Entre 1945 y 1947, con un entorno económico más favorable, el edificio fue refuncionalizado, separando el área de oficinas de una nueva galería comercial. El proyecto estuvo a cargo de los arquitectos José Aslan y Héctor Ezcurra.

Fue entonces cuando se construyó el actual emblema de las Galerías: la magnífica cúpula con murales de Antonio Berni, Lino Spilimbergo, Juan Carlos Castagnino, Demetrio Urruchúa y Manuel Colmeiro Guimaraes, siendo éste último, el único no argentino.


Consta de una planta en forma de cruz, con entradas por Florida, Córdoba, San Martín y Viamonte. La intención original era que estos cuatro accesos tuvieran la misma importancia, pero la realidad urbana dio relevancia a sólo dos: Florida y Córdoba.

Esta construcción se implanta en la ciudad como una forma de representar la consolidación, económica y social, recientemente adquirida por el país y como la posibilidad de asemejar a Buenos Aires con una ciudad europea: Milán.

Tuvo una importancia histórica accidentada, debió haber sido como la Vittorio Emmanuelle o como las Lafayette de París.

Pero nunca se terminó de techarlas, y en lugar de ser un centro comercial sus locales fueron utilizados como "ateliers" de pintores y peñas literarias.

La galería funcionó durante algunos años y luego - tras volverse propiedad del estado, con la nacionalización de ferrocarriles durante el gobierno de Juan Domingo Perón (1946-1955) -, entró en una progresiva decadencia, para terminar totalmente descuidada.

La reciente remodelación, y su reinauguración en 1992, ha devuelto al centro de la ciudad uno de sus espacios más atractivos.

En la restauración merece un espacio destacado, como reminiscencia al antiguo Museo Nacional de Bellas Artes, el Centro Cultural J. L. Borges, que tiene su ingreso por el segundo piso y ocupa íntegramente la tercer y cuarta planta de la galería, con dos cines, un cómodo auditorio para 370 personas, varias salas de conferencia, y más de 10.000 m2 de espacio disponible para exposiciones de arte.

Las Galerías sufrieron una profunda decadencia con el correr de los años. En 1989 el edificio fue declarado Monumento Histórico Nacional, y a principios de 1990 fue totalmente remodelado y transformado en un lujoso centro comercial, uno de los más exclusivos de Buenos Aires, con el nombre de Galerías Pacífico.

El proyecto fue del arquitecto Juan Carlos López y Asociados.

En el 2006 recibieron nuevos aportes artísticos de relevancia internacional realizados por el mendocino Julio Le Parc.

Hoy es el centro de compras más frecuentado por los turistas, y alberga locales de prestigiosas marcas internacionales, tales como Swarovski, Tommy Hilfiger, Lacoste, Christian Lacroix, Rochas, Brooskfield, Chanel, Cacharel, entre otras. Posee además un importante patio de comidas y otros locales comerciales.


En 1987 un equipo de rodaje estaba filmando en el sótano de Galerías Pacífico, uno de los centros comerciales más lujosos del centro de Buenos Aires, cuando descubrieron horrorizados un centro de tortura abandonado. Resultó ser que durante la dictadura, el Primer Cuerpo del Ejército escondió a algunos de sus desaparecidos en las tripas del centro comercial. En las paredes de las mazmorras todavía se podían ver las marcas desesperadas que habían hecho los prisioneros muertos hacía tiempo: nombres, fechas, súplicas de ayuda

jueves, 10 de septiembre de 2015

PALACIO ORTIZ BASUALDO

PALACIO ORTIZ BASUALDO





 Situado sobre Arenales, entre Basavilbaso y Maipú, frente a la Plaza San Martin, fue el regalo de bodas de Don Nicolás de Anchorena y su esposa, Doña Mercedes Castellanos, a su hija Matilde, con motivo de su enlace con Don Carlos Ortiz Basualdo.










Obra del arquitecto belga Jules Dormal, ocupaba una superficie de aproximadamente 3000 m2, distribuídos entre el magnifico palacio de 3 pisos y el jardín con su bella fuente de mármol.

Inaugurado en 1904, mereció el "Primer Premio a la Mejor Fachada", otorgado por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.









Demolido en la década del ´60, en el solar hoy se levanta el edificio de "American Express".


miércoles, 9 de septiembre de 2015

PALACIO BAROLO

PALACIO BAROLO


Luis Barolo, progresista y poderoso productor agropecuario, llego a la Argentina en 1890.
Fué el primero que trajo máquinas para hilar el algodón y se dedicó a la importación de tejidos.
Instaló las primeras hilanderías de lana peinada del país e inició los primeros cultivos de algodón en el Chaco.
En el centenario de la revolución de Mayo, conoció al Arq. Mario Palanti (1885-1979), a quien contrató para realizar el proyecto de un edificio que tenía en mente.  
Este se convertiría en una propiedad exclusivamente para rentas.
Luis Barolo pensaba, como todos los europeos instalados en Argentina, que Europa sufriría numerosas guerras que destruirían todo el continente.
Desesperado por conservar las cenizas del famoso Dante Alighieri, quiso construir un edificio inspirado en la obra del poeta,
“la divina Comedia”.

El terreno elegido para levantar el palacio tenía una superficie de 1365 m2 y un frente de 30,88 metros.
Ubicado en la Avda. de Mayo 1370 y Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen), la superficie cubierta resultó de 16.630 m2.
En 1919 comenzó la edificación del palacio que se convirtió en el más alto de latinoamérica, y en uno de los más altos del mundo en hormigón armado.
Con un total de 24 plantas (22 pisos y 2 subsuelos), 100 metros de altura se hicieron posibles gracias a una concesión especial otorgada por el intendente Luis Cantilo en 1921, ya que superaba en casi cuatro veces la máxima permitida por la avenida. Hasta el punto más alto de la cúpula mide 90 metros, llegando a los 100 con un gran faro giratorio de 300.000 bujías que lo hacia visible desde Uruguay.
Una usina propia la autoabastecía en energía. En la década del ´20, esto lo convertiría en lo que hoy denominaríamos “edificio inteligente”.

Desde entonces existen 2 montacargas y 9 ascensores, dos de los cuales están ocultos. Estos últimos respondían a las actividades comerciales de Barolo. Al llegar la mercadería ingresaba desde los montacargas ubicados en el acceso de lo que hoy es Hipólito Yrigoyen hacia los 2 subsuelos, de 1.500 m2 cada uno. Barolo utilizaba los ascensores ocultos para desplazarse de sus oficinas en planta baja, 1° y 2° piso, hasta los subsuelos evitando el contacto con sus inquilinos, que ocupaban las dependencias a partir del tercer piso.
Desde un inicio el Palacio provocó cierta perplejidad., se habló de estilo “remordimiento italiano”, gótico romántico, castillo de arena, o cuasi gótico veneciano.
La construcción finalizó en 1923 siendo bendecida el 7 de junio por el nuncio apostólico Monseñor Giovanni Beda Cardinali.
En planta baja funcionó hasta su desaparición, la agencia de noticias “Saporitti”.

En la actualidad es un edificio exclusivamente de oficinas. 

viernes, 4 de septiembre de 2015

HOTEL MARRIOTT PLAZA UN MUNDO DE GLAMOUR

 HOTEL MARRIOTT PLAZA
UN MUNDO DE GLAMOUR



 
Posado frente a la plaza San Martín (en Florida y Marcelo T. de Alvear) desde 1909, conforma una postal clásica de la ciudad con el edificio Kavanagh.  


Si bien fue remodelado varias veces desde su fundación por Ernesto Tornquist, conserva el aspecto elegante que lo caracteriza, así como los ambientes lujosos, en los que abundan refinados detalles de decoración.  

Esa impronta de distinción se manifiesta sobre todo en la suite Fundador 02, donde se alojaron célebres personalidades del mundo. 

Entre ellos, se cuentan el escritor hindú Rabindranath Tagore, Enrico Caruso (que rompió el espejo de un botiquín al ensayar un allegro vivace), el Sha de Persia, Charles De Gaulle -cuya larga talla obligó a construir una cama especial, más tarde también usada por Rock Hudson-, Theodore Roosevelt, Neil Armstrong, Indira Gandhi, Arturo Toscanini, Pelé, María Callas, Albert Sabin y Luciano Pavarotti.
 


En este hotel, donde el presidente Carlos Alvear tenía un escritorio permanente en una suite del cuarto piso, Gardel cantó "Caminito".  

En 1957 se improvisó una sesión de jazz del mejor, cuando Louis Armstrong  tocó su trompeta desde la ventana de su habitación, acompañado desde la vereda por jóvenes músicos locales.
 
Las paredes del restaurante La Brasserie conservan murales que recrean la vida social del Buenos Aires de 1900, pintadas en la época en que el lugar funcionaba como Salón para señoras.  
También permanece intacto el Plaza Bar, entre cuyas paredes de madera solía darse cita la alta sociedad porteña, para compartir copas y canapés.  
A su vez, el Plaza Grill se mantiene desde 1909 revestido con maderas traídas de Europa y mosaicos holandeses. Allí siempre llamaron la atención los ventiladores de India, un toque exótico

sábado, 29 de agosto de 2015

Curiosa construcción

Curiosa construcción



 

Esta casa corresponde al denominado "estilo Tudor" en arquitectura. Este estilo está emparentado a los castillos mediavales. J. Molinari, un arquitecto italiano, fue traído a la Argentina por la companía de electricidad Italo-argentina, para construir usinas eléctricas, la usína más emblemática que construyó con el estilo Tudor es la de Ing. White. Asimismo, estando en Argentina realizó muchos trabajos particulares, encargados por privados y por algunos municipios -Bahia Blanca-.
   Si bien no hay fecha precisa de estra construcción, los demás trabajos identificados pertenecientes a Molinari datan entre los años '30 y '50, por eso es de suponer que esta construcción corresponde a esa época.
Ubicación: José Antonio Cabrera 3070

Fuente: http://curiosidadesrhmbuenosaires.blogspot.com.ar/2010/04/curiosa-construccion.html

viernes, 28 de agosto de 2015

EL CASTILLO DE LOS AYERZA


EL CASTILLO DE LOS AYERZA



No existe la documentación que acredite quién construyó el castillo, pero suponemos que fue José Sahores Prat, quien ateniéndose a los criterios estéticos imperantes en la época, encargó una vivienda que respondía a los modelos arquitectónicos europeos de las clases adineradas.

Tres eran básicamente los ejemplos que tomaban nuestros arquitectos y constructores a la hora de proyectar: la villa italiana, el palacio francés y la casa de campo inglesa. Es necesario aclarar que no podemos hablar de estilos sino de tendencias, que muchas veces fueron puramente decorativas y no estructurales. Lo cierto es que a partir del primer cuarto del siglo XIX, se fueron imponiendo nuevas ideas que aspiraban superar la herencia española.

La construcción que nos ocupa tiene una clara influencia de la arquitectura francesa, paradigma que las elites criollas tomaron y que se manifestó especialmente en los edificios públicos. La sociedad argentina vivió una modernización que se vio acentuada por la llegada de notables arquitectos franceses que influyeron en el diseño urbano, la decoración de interiores y también en el paisajismo.

De acuerdo a los testimonios de los descendientes de Rómulo Ayerza, esta mansión está inspirada en la casa donde falleció el padre de Santa Teresita de Jesús, el Chateau de la Musse, cerca de Lisieux, Francia.
Las fotografías nos muestran un leve parecido en el tipo de estructura, siendo la francesa mucho más grande, y también en los colores, donde predominan el rosa subido y los marcos blancos de puertas y ventanas.

Transcribimos parte de la carta que Martha Ayerza, religiosa del Sagrado Corazón, dirigió en abril de 1992 a su hermana Sara, cuando Julio Fernández, martillero de la zona, le pidió datos sobre los orígenes de esta propiedad. En ella, la hermana Martha hace referencia al Diario de la esposa de Rómulo Ayerza, María Jacobé Iraola, a quien llamaban Mamama. El 28 de octubre de 1896, ella escribe: "Hoy a las 14 horas firmamos la compra de Morón". La religiosa aclara en su carta que la finca se compró en $45.000, que eran 15 hectáreas y que la familia se instaló a veranear por primera vez el 11 de diciembre de ese año.

En una larga entrevista a Esther Ayerza Bosch de Vivot, a la que se incorporó más tarde su hermano Diego Ayerza Bosch, ambos nietos de Don Rómulo, hemos obtenido un minucioso relato sobre la vida de la familia en la Quinta San José, entre las décadas del 20 y el 50. En este testimonio, que enriquece la descripción técnica del edificio, se detalla cómo era la casa, cómo estaban distribuidos sus espacios y cuáles eran sus funciones. Esther Ayerza cuenta: "La quinta de Morón, que era de mi abuelo, la había comprado en 1896 y lo hizo porque su mujer María Jacobé, después su hija, y luego toda su familia, heredaron el asma como un signo familiar. Y en ese momento se decía que Castelar era un lugar alto, que era bueno para los pulmones. Así que, por eso fue que el abuelo compró esa quinta."

El terreno donde estaba ubicada la casa formaba parte de un gran lote que se extendía
de este a oeste, desde el arroyo Morón hasta la calle Zapiola, y se amplió posteriormente hasta la actual calle Avellaneda; de norte a sur iba desde la actual Avda. Sarmiento hasta las vías del Ferrocarril del Oeste. En el predio inicial había varias edificaciones, algunas incluso más antiguas que el propio Castillo. Este edificio es un típico palacete francés, antaño rodeado de amplios espacios verdes. Con una estricta simetría academicista, posee tres niveles y un subsuelo. Al "piano nóbile" se ingresaba mediante una gran escalinata central de mármol blanco, hoy modificado por escaleras paralelas a la línea de edificación, revestidas, al igual que el zócalo del subsuelo, en ladrillo visto. Dos grupos de columnas jónicas enmarcan el ingreso principal, resuelto a modo de "loggia". Molduras y dinteles en relieve destacan los amplios ventanales, todos con grandes balcones con balaustre. La cubierta está resuelta en mansarda con crestería de zinc. El acceso principal al Castillo era por el norte, hacia donde estaba orientada la escalinata de entrada de la casa. También existía otra entrada del lado de las vías del Ferrocarril, que era la que habitualmente utilizaban quienes hasta allí llegaban. Recuerda Esther Ayerza: "La entrada importante estaba sobre Sarmiento, que tenía un portón de tres puertas. Uno ancho como para autos y dos a los costados como para personas, con sus lindas rejas y las columnas que eran también coloradas como la casa. La casa siempre fue de color rosa oscuro... Siempre entrábamos por el portón que estaba al lado de la barrera que estaba al final de la calle Zapiola ...A esa altura había ahí una casilla de señales que decía Ayerza, un poquito antes de la barrera. Pero el tren no paró nunca ahí". Evocando el recorrido, Esther recuerda cómo era la llegada a la Quinta San José: "Entrabas por una calle de casuarinas que iba hasta la casa... tres o cuatro cuadras. Después llegabas y había una escalera grande de mármol. Subías, entrabas, y había un hall largo. A la derecha la primera puerta, que tenía un vitraux, era la capilla donde todos los días había misa, en época de abuelo. A la izquierda estaba, al frente el escritorio, y después estaba el dormitorio principal, que era donde dormía abuelo... Luego el gran comedor y el baño. Después el comedor tenía una especie de office grande separado por una mampara de vidrio y un monta carga por donde se bajaba o subía la comida, porque la cocina era abajo".

El amoblamiento de la casa, a pesar de que los muebles eran traídos de Europa, era según recuerda Esther, muy sobrio. Las paredes estaban prolijamente empapeladas con un diseño de flores: Esther recuerda, y nos muestra en medio de su relato, unos libros forrados con ese papel. Continuando con el recorrido, subimos al primer piso. "De la planta de entrada salía una gran escalera... que subía a los tres pisos. Era importante, de roble, muy linda." Y continúa: "Entonces se subía por la escalera, era altísimo... y llegabas al piso del medio, que era el de los dormitorios. Al frente daban dos dormitorios, después había dos más que daban uno al costado y otro al fondo, y un gran cuarto de estar, y el baño en la torre". Y concluye Esther: "Seguías por la escalera y llegabas a la mansarda, donde había como dos departamentos, un cuarto de estar, un dormitorio, y un baño."

En cuanto a los sanitarios, de acuerdo a los testimonios, existía uno solo cuando Don Rómulo compró la casa. En 1946, su hijo Luis le agregó un baño por piso en la torre que está ubicada en la esquina sureste. Esto hace que hoy estos cuartos de baño nos sorprendan por su forma circular y sus coloridos vitrales. El subsuelo de la casa estaba destinado -como era costumbre y respondiendo a una marcada jerarquización de usos y funciones- al servicio doméstico. Según cuenta Esther, "abajo estaba la despensa, la enorme cocina y el comedor de servicio. Había tres dormitorios muy grandes para el personal doméstico. Y una carbonera porque la cocina era de carbón...El lavadero estaba afuera." De los servidores recuerda: "Había un cocinero que era el único que no vivía en la casa, era un italiano... Después estaba el pinche de cocina con su señora que era la lavandera... También estaba Helena Lamber, que era la mucama de adentro de abuelo, que era irlandesa o algo por el estilo, que también era fija porque después venía a la casa de Buenos Aires todo el año... Cuando venía mi tía Lía, casada con Belocq, traía su mucama particular. Y después había siete peones que eran los que se ocupaban de la quinta, que eran los que araban el rosedal. Pero el hombre de confianza del abuelo era Pedro Lind".
Graciela Saez
Revista de Historia Bonaerense Nº 33

Instituto y archivo histórico municipal de Morón