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viernes, 16 de octubre de 2015

EL BAJO VÉRTICE DE BUENOS AIRES

EL BAJO VÉRTICE DE BUENOS AIRES




La zona de Buenos Aires que denominamos "El Bajo" es gráficamente un triángulo cuyo vértice que apunta al río se constituye en una articulación de la geografía porteña donde se operan singulares transformaciones y extrañas fusiones desde siempre. Allí, la Av. Leandro N. Alem se convierte en la Av. Del Libertador trazando un inequívoco punto de partida de acaudalado norte y el bullanguero sur de nuestra ciudad. Allí, desde la época de los virreyes se ha instalado una tierra de transición que fue cuna de las más aristocráticas pretensiones avecinándose con la celebración popular. En "El Bajo" se confunde la hidalguía sanmartiniana con los amores furtivos de los marineros de paso. El perfume de tales cócteles ha resultado a través de los siglos, de un atractivo irresistible para "cajetillas", escritores, pintores, lunáticos, mitómanos, y también empresarios que arrastran el cotidiano trajín de empleados y el consabido ejército de secretarias. La fauna que puebla "El Bajo" es gestora de un estado de cambio permanente al que la zona parece destinada desde que un conquistador español tuvo la ocurrencia de llamar Buenos Aires a nuestra ciudad. El Bajo es ese borde donde Buenos Aires intentó abrirse y darse a su río, donde su ritual cotidiano permanece a través de los años, donde sus sitios y personajes emergen y se muestran a aquellos que son sus verdaderos amantes. Aquí brilló el Parque Japonés que a su tiempo, cedió su lugar al Sheraton. Aquí nacen o mueren Florida y Santa Fe. En este lugar se concentraban las mareas inmigratorias que luego poblarían el norte del país a través del ferrocarril que mucho tiempo más tarde, como en un reflujo, traería a los bisnietos de aquellos inmigrantes atraídos por la industrialización del conurbano. La estación Retiro debe su nombre al gobernador Agustín Robles, un señor de capa y espada de los Reales Ejércitos Españoles que erigió su palacio en lo que hoy es el corazón de la Plaza San Martín. Hacia 1669 bautizó a la propiedad con el nombre de "El  Retiro", sin imaginar, seguramente lo que sucedería durante los 300 años siguientes. Luego de habitar por 14 años la residencia, Don Agustín vuelve a España y vende el palacio a la Compañía Francesa de Guinea que establece allí el centro de su actividad de tráfico de esclavos para América Latina. El deterioro y el alto grado de insalubridad que dicha actividad comportaba decidieron al Cabildo porteño a poner fin a la historia de los esclavos en la vida de El Retiro. En 1790 en Virrey Arredondo autorizó la construcción de una plaza de toros en lo que entonces eran las afueras de la población. En la intersección de las calles Marcelo T. de Alvear y Santa Fe, y en la pequeña manzana que hoy ocupa la Dirección de Parque Nacionales, se construyó la plaza, generando la apertura y empedrado de las calles Maipú y Florida. Tenía capacidad para albergar a 10.000 espectadores y había sido realizada en el más depurado estilo morisco y marcó el destino de lo que sería el área de los Bajos de Retiro. En 1820, el gobernador Díaz Vélez, alarmado por las trifulcas y los comercios non sanctos que se multiplicaban a su alrededor suprimió las corridas y ordenó la demolición del tendido. La zona grabada por su inmejorable geografía en la trama de la ciudad de Buenos Aires fue elegida para emplazar el Pabellón con el que la Argentina se hizo presente en la Expo Universal de París. En 1800 fue trasladado por barco y armado frente a la Plaza San Martín, en las calles Arenales entre Maipú y Florida. El mismo sirvió como sede de una gran exposición internacional de arte, complementada con diferentes demostraciones artísticas teatrales, zarzuelas y comedias. En 1856, en lo que se denominó el Bajo de Retiro, la municipalidad creó el paseo de la Guardia Nacional, que se unió luego con la antigua Alameda, integrando el Paseo de Julio (hoy L.Alem). Paralela a éste paseo corría la calle conocida hoy como 25 de Mayo, área obligada para la diversión nocturna de la juventud andariega de todos los barrios porteños. En la esquina noroeste con Viamonte, Garay fijó el vértice noreste del ejido de la ciudad. Por la profundidad de las aguas el lugar fue ideal para instalar un desembarcadero de navíos. El malecón paralelo a la orilla se extendió en el río teniendo como eje la calle Charcas. Al llegar dentro del río en la prolongación de la calle Maipú doblada en escuadra hacia la costa. El atracadero se denominó Puerto San Martín y la implantación del mismo generó un borde que completaba La Alameda: primer paseo de la ciudad que albergaba comercios y bodegones en un sistema de recovas que los protegían de lluvias implacables y soles rigurosos y que servían de apoyo a las corrientes de inmigrantes que por entonces arribaban a la Reina del Plata. Por entonces el Ferrocarril Central Argentino procedió a construir una nueva gran estación, todos los materiales fueron traídos de Inglaterra. En 1915 se terminó de construir Retiro, como comenzó a llamarse desde entonces a todo el Barrio del Bajo, constituyéndose en el centro de comunicaciones más importante del país. Hacia 1910 la ciudad de Buenos Aires comenzó a experimentar un gran cambio, la aldea se transformó en una gran ciudad moderna. La ciudad fue avanzando hacia el norte y la plaza San Martín quedó rodeada de suntuosos edificios de gran envergadura y calidad arquitectónica. El palacio Ortíz Basualdo, actual edificio de la Cancillería (otrora propiedades de Mercedes Castellanos de Anchorena), la mansión de Don Ernesto Torquist, en la esquina opuesta de Florida y Charcas, propietario también del Plaza Hotel y la residencia de José Paz (actual Círculo Militar) completaban este nuevo paisaje urbano, sumando a la iniciativa de la Sra. Anchorena, quien mandó construir en los jardines de la quinta de Laprida la Iglesia del Santísimo Sacramento. Veinte años más tarde, y consolidando definitivamente el barrio se produjeron otras grandes transformaciones, el paisaje urbano de la plaza se extendió hasta el Bajo de Retiro. El pabellón Argentino fue desarmado en el año 1934. Dos años después el entorno de la plaza se completó con una nota de modernidad: la construcción del Kavanagh. A partir de ello el impulso del mismo generó la aparición de una innumerable cantidad de edificios, conviviendo con los viejos palacios en un ciclo de transformación urbana incesante que se alimentó con los grandes edificios de Catalinas Norte, entre muchos otros. La situación del Bajo como eje de una ciudad que no deja de crecer, reclama una transformación constante incentivada por una población inquieta, culta, creativa y desprejuiciada que aún deja oír los ecos de la caballería sanmartiniana mezclados con el delirio creativo del no menos legendario Instituto Di Tella en una zona que, por derecho propio se erige en caldo de cultivo del arte, el comercio y el amor. El Bajo rotula entre Norte y Sur, conjunción de clases y sectores, de magias y fantasías, de bohemia y formalismo. Sigue siendo ese segmento de la urbe conformado por una importante suma de épocas que contiene en sí mismo una enorme potencia en relación con el resto de la ciudad. Su ubicación estratégica en el ejido de Buenos Aires lo posiciona como un área de gran dinamismo por sus diversas actividades contrastando con otras que carecen de un buen soporte físico y de infraestructura de servicios. El Bajo es un sitio de imaginería, por sus personajes y rituales urbanos, por sus charlas de café, los encuentros en ámbitos mitológicos, sus itinerarios secretos que en conjunto forman su verdadera identidad sustentada a través del tiempo por sus diferentes escenarios artísticos, culturales, gastronómicos, comerciales y turísticos.

Arquitecto Jorge Sabato
(Miércoles 24 de abril de 1996) El Cronista Comercial


sábado, 19 de septiembre de 2015

La Alhambra en Andalucia, España

La Fortaleza de la Alhambra, una de las fortalezas con historia en España

La Alhambra uno de los legados árabes más importantes que se mantiene intacto en el mundo cristiano, situada en España.
Su origen es desde el año 711, grupos provenientes de Oriente y del Norte de África (árabes, sirios y bereberes), de religión musulmana, al mando de Tarik, derrotaron al rey visigodo Don Rodrigo en la batalla de Guadalete. Empezó así la dominación árabe de la Península Ibérica que se prolongaría durante ocho siglos, hasta 1492, momento en que el último rey nazarí se rindió ante los Reyes Católicos.

En menos de ocho años conquistaron toda Hispania a excepción de una pequeña franja en el Norte de la Península, donde los núcleos de resistencia dieron lugar a los reinos cristianos peninsulares, que fueron recortando progresivamente el espacio musulmán hasta su derrota definitiva después de ocho siglos.
España se islamizó, su nombre fue Al-Andalus, adoptó en gran parte las costumbres, la cultura y la lengua del invasor y esa influencia jugó un importante papel en su evolución histórica. Dejando muestras de su hermosa arquitectura en construcciones como la Fortaleza de la Alhambra.


La Alhambra pasó a ser residencia real, con la llegada al poder de Muhammad ibn Nasr, primer monarca del Reino nazarí de Granada, en 1238, para lo que se construyó un sistema de abastecimiento de agua propio. Las construcciones más lujosas de los palacios que hoy se conservan son el palacio de los Leones y el de Comares  proceden del siglo XIV. El conjunto tiene una forma alargada e irregular adaptada a la forma de la colina sobre la que se levanta. Su longitud es de 740 m. y su anchura varía entre los 180 y los 40 metros. Es una de las más destacadas muestras de la arquitectura mojadí, en sus arcos, finas columnas y trabajados bajo relieves en mosaicos interiores.


viernes, 18 de septiembre de 2015

PALACIO DÍAZ VÉLEZ

PALACIO DÍAZ VÉLEZ



El Palacio Díaz Vélez es una de las residencias aristocráticas más antiguas y tradicionales de Buenos Aires, acabada muestra del poder social y económico de la familia de Eustoquio Díaz Vélez (hijo), que se ubica en el Barrio de Barracas y que pertenece a la Ciudad de Buenos Aires.

El Palacio Díaz Vélez fue construido por el estanciero Eustoquio Díaz Vélez, (1819-1910), tercero y único hijo varón del general Eustoquio Díaz Vélez, quien fuera unos de los principales promotores de la Revolución de Mayo de 1810 y de la guerra de la Independencia de Argentina.
Eustoquio Díaz Vélez hijo fue, al igual que su padre, uno de los hacendados más importantes de la provincia de Buenos Aires y una de las grandes fortunas de los ganaderos argentinos.

El progreso económico del país forjado a partir de la segunda mitad del siglo XIX le permitió, sumado a sus dotes de incansable laboriosidad, manejar exitosamente su estancia El Carmen y sus campos ubicados en Necochea.

Inicialmente, en los tiempos en que la actual Avenida Montes de Oca se denominaba Calle Larga o Santa Lucía, la mansión fue un edificio de una sola planta, aunque imponente, cuyo blanco frente estaba sostenido por seis columnas clásicas rodeadas por unas ventanas en voladizo, que asomaban hacia el exterior del conjunto. Toda la residencia estaba circundada por un esmerado parque, característico de las quintas de las familias tradicionales porteñas que se ubicaban a lo largo de esa avenida.

Hacia principios del siglo XX la mansión fue objeto de una completa transformación. Se construyó un notable palacio, con entrada principal por la Avenida Montes de Oca 110, influenciado fuertemente por la arquitecturafrancesa Beaux Arts, de admirable diseño.

Los Díaz Vélez plantearon la obra a partir de los planos del clásico grand hôtel particulier francés de tres niveles o alturas: planta principal, planta de habitaciones particulares y mansarda con techo de pizarra. Sobre uno de los costados se ubica una cúpula revestida del mismo material.

Luego del fallecimiento de Eustoquio Díaz Vélez hijo, el Palacio Díaz Vélez continuó siendo la residencia de su hijo menor, el arquitecto Eugenio Díaz Vélez, casado con María Escalda, padre de dos hijas: María Eugenia Díaz Vélez y Josefina Díaz Vélez.
Eugenio, de refinados gustos estéticos, encomendó la remodelación del parque del Palacio Díaz Vélez al afamado arquitecto paisajista Carlos Thays, quien, en 1913, embelleció los jardines adyacentes al Palacio, añadiéndole nuevas fuentes y esculturas.

Eugenio, además de habitar en este espléndido palacio capitalino, proyectó y construyó una importante residencia rural en el casco de su "Estancia San Francisco", ubicada en las adyacencias de la Estación Egaña, en el Partido de Rauch, en la Provincia de Buenos Aires que recibe la denominación de Castillo San Francisco. Ambas propiedades se destacaron por su belleza.

En 1930 falleció Eugenio Díaz Vélez y su viuda e hijas vendieron el Palacio a la Ciudad de Buenos Aires.

El Palacio Díaz Vélez se incorporó a la Casa Cuna, denominación del actual Hospital General de Niños "Dr. Pedro de Elizalde" de la que es lindante.
Luego de la epidemia de poliomelitis que azotó a Buenos Aires en la década de 1950 el hermoso edificio sirvió para la atención de enfermos que padecían esa dolencia.

En la actualidad en la residencia funciona la Fundación Vitra -Fundación para vivienda, trabajo y capacitación del lisiado- institución que data de 1965.

El Palacio Díaz Vélez es un edificio emblemático por su historia y características, el único de su tipo que se conserva en pie a lo largo de la Avenida Montes de Oca y al que la ciudad de Buenos Aires debe otorgarle una refuncionalización y conservación adecuados. Junto a su su parque centenario posee singularidades patrimoniales y estéticas que merecen su catalogación y protección.

Debido a su valor arquitectónico, paisajístico e histórico actualmente hay un interés en que sea declarado Monumento Histórico Nacional, del tipo Monumento artístico, por el P.E.N. con lo cual gozará de una especial protección jurídica con rango legal para su preservación, enriquecimiento y exhibición.


Fuente Wikipedia

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Arq MARIO JOSÉ BUSCHIAZZO

Arq MARIO JOSÉ BUSCHIAZZO



Mario J. Buschiazzo nació en la ciudad de Buenos Aires el 10 de diciembre de 1902, en el seno de una familia de arquitectos. Su tío, el arquitecto Juan Antonio Buschiazzo, en su testamento hizo mención especial para con su sobrino Mario, para que se atendiese su educación. Es así que cursa el Bachillerato en el Colegio Internacional de Olivos (provincia de Buenos Aires), los cuales terminó en 1920 con medalla de oro. Ingresó al año siguiente en la Universidad de Buenos Aires donde se graduó como arquitecto en 1920, inició su actividad docente en 1933, profesor titular por concurso en 1941 y profesor emérito en 1967.
A diferencia de sus familiares que ejercían la arquitectura en el ámbito del ejercicio privado de proyectos y dirección de obras, Mario Buschiazzo dedicó sus esfuerzos hacia la función pública, tanto en la docencia como en su labor de arquitecto que tendió a especializar cada vez en la problemática del patrimonio cultural. En 1928 comenzó a desempeñarse como arquitecto en el Ministerio de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires y poco después en la Dirección General de Arquitectura, del Ministerio de Obras Públicas de la Nación, donde atendió diversos proyectos de carácter oficial. En 1929, cuando el gobierno nacional se hizo cargo del "Instituo Americano" de Adrogué (provincia de Buenos Aires), convirtiéndolo en el Colegio Nacional "Almirante Brown" y realizando una profunda reforma en su estructura y cuerpo docente, Buschiazzo fue incorporado como profesor de Matemáticas, pasando luego a dictar Historia, la cual continuó hasta 1950.
Su carrera docente alcanzó en 1933 los niveles terciario y universitario. Asumió la cátedra de Historia del Arte en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario hasta 1941 y docente libre a cargo de un curso de Historia II en la Escuela de Arquitecura de la Universidad de Buenos Aires hasta 1935, cuando fue designado profesor adjunto de Historia I. En 1941 mediante el primero, y único por varios años, concurso de oposición realizado en la Escuela de Arquitectura, alcanzó el nombramiento de titular de Historia II. En este período desarrolló sus investigaciones sobre arte y arquitectura hispanoamericana, que configuró su especialidad. Los resultados de esos estudios se transfirieron al conocimiento general por medio de folletos y libros, que rápidamente crecieron en su tamaño y trascendencia.
Como escritor ya había iniciado sus tareas en 1919 como director de la revista Páginas, periódico estudiantil cuando cursaba el bachillerato. En 1932 publicó Beethoven, un folleto editado por el Colegio Nacional "Almirante Brown", dando a la imprenta al año siguiente otro titulado El arte oscuro del cristianismo. La aproximación a su especialidad se concretó a partir de 1934 con la edición en La Plata de su trabajo Panorama histórico de los Estados Unidos a través de su arquitectura. en 1935 publicó en el número 172 de la Revista de Arquitectura una nota denominada Un precursor americano del funcionalismo. En febrero de 1936 apareció su artículo Arquitectura Colonial Americana en el volumen XXXVII de Informes y Memorias de la Sociedad de Ingenieros del Perú. Abordaba así el campo temático al que dedicó en adelante sus mayores esfuerzos como investigador, docente, arquitecto restaurador y conservacionista.
Su extensa tarea docente abarca importantes aportes a su especialidad. Realizó infinidad de conferencias, cursos y seminarios, además de la voluminosa obra escrita entre la que podemos destacar títulos como: La Arquitectura Colonial en Hispano América (1940), La Catedral de Córdoba (1941), Buenos Aires y Córdoba en 1729 según cartas de los PP. Gervasoni y Cattaneo (1941), La Iglesia de la Compañía en Córdoba (1942), Por los Valles de Catamarca (1942), La Catedral de Buenos Aires (1942), Estudios de Arquitectura Colonial en Hispano América (1944), La Iglesia del Pilar (1945), Historia del Arte Hispano Americano (1945-50), De la cabaña al rascacielos (1945) el cual fue traducido al inglés, Bibliografía de Arte Colonial Argentino (1947), La Estancia Jesuítica de Santa Catalina (1949), La Estancia Jesuítica de Jesús María (1949), El templo de San Francisco de La Paz (1949), Skidmore - Owings - Merrill (1959), Argentina, monumentos históricos y arqueológicos (1959), Historia de la Arquitectura colonial en Iberoamérica (1965), Art-Nouveau en Buenos Aires (1965), Arquitectura del Estado de Buenos Aires de 1853 a 1862 (1965), La arquitectura en Buenos Aires -1850/1880- (1966), La arquitectura en la Argentina (1967), Las estancias jesuíticas en Córdoba (1969), Historia de la Arquitectura Colonial en Ibero-América (1979) y La arquitectura colonial (sin fecha). Merece hacerse mención también de la innumerable cantidad de folletos, artículos, prólogos, reseñas e informes en el cual participó, así como conferencias, cursos y seminarios.
Fue de carácter trascendental en su vida profesional la fundación del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas en el ámbito de la Escuela de Arquitectura en 1946. Buschiazzo preparó su reglamento e inició su organización hasta el 1° de abril de 1947, cuando su nombramiento como director quedó vigente con el inicio del año académico. Desde entónces ejerció en forma continua e initerrumpida las tareas de docente e investigador, renunciando a otros cargos ejecutivos de la administración pública. Desde las oficinas del Instituto, instalado inicialmente en un pequeño local del segundo piso de la calle Perú 294 (hoy desaparecido), apoyó la formación de investigadores y docentes, así como la aparición de los Anales -que Buschiazzo preparó en un total de 23 sucesivas ediciones a partir de 1948- y los Cuadernos del Instituto hacia 1954.
Respecto del personal del Instituto, que hasta 1964 se había limitado al Director y una o dos personas más, se sumaron tres miembros rentados por la Facultad equiparados a jefes de trabajos prácticos, dos miembros del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) y cuatro por el INTA (Instituto Nacionald de Tecnología Agropecuaria), los cuales se organizaron en equipos de trabajo. Diversos subsidios otorgados por estas instituciones públicas fueron el apoyo fundamental a la formación de nuevos investigadores, los cuales continúan trabajando en IAA y forman parte de su dirección y cuerpo consultor.
El arquitecto Mario José Buschiazzo murió en su casa de Adrogué el 15 de agosto de 1970.
Fuente
Arq. Alberto de Paula
Anales del Instituto
N° 31-32 (1996-97


martes, 15 de septiembre de 2015

HISTORICAS GALERÍAS PACÍFICO

HISTORICAS GALERÍAS PACÍFICO



El edificio, obra del ingeniero Emilio Agrelo y el arquitecto parmesano Roland Le Vacher, fue proyectado en 1888 como sede de la tienda por departamentos Au Bon Marché, por entonces una de las más importantes de la próspera capital argentina. Estaba inspirado en las grandes galerías europeas como la Vittorio Emanuele II de Milán, Italia, y contaba con algunos adelantos tecnológicos de la época como los ascensores mecánicos, la iluminación y la calefacción centralizadas.

Sin embargo, el uso pretendido originalmente jamás llegó a concretarse, y los locales fueron ocupados por comercios menores de rubros diversos, unidos en una sociedad llamada Galería Florida. El primer sector del edificio se terminó hacia 1894 (Florida y Córdoba), y el segundo hacia 1898 (San Martín y Viamonte). En 1896 se instaló allí el Museo Nacional de Bellas Artes y la Academia Nacional de Bellas Artes. En 1889, se construia el Phoenix Hotel (hoy Esplendor Buenos Aires), ocupando la esquina nordeste de la manzana de las galerías, mostrando ya que el proyecto original nunca sería concretado. Otros lotes sobre la calle San Martín también quedaron en diversas manos, y en la actualidad están ocupadas por varios edificios particulares.

Se estima que la galería se pudo dar por concluida hacia 1905. Poco tiempo después, en 1908, a causa de diversos problemas económicos, parte del edificio se vendió al Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico, que estableció allí sus oficinas centrales y que legaría su actual nombre al centro comercial al comprar finalmente la totalidad del inmueble. Entre 1945 y 1947, con un entorno económico más favorable, el edificio fue refuncionalizado, separando el área de oficinas de una nueva galería comercial. El proyecto estuvo a cargo de los arquitectos José Aslan y Héctor Ezcurra.

Fue entonces cuando se construyó el actual emblema de las Galerías: la magnífica cúpula con murales de Antonio Berni, Lino Spilimbergo, Juan Carlos Castagnino, Demetrio Urruchúa y Manuel Colmeiro Guimaraes, siendo éste último, el único no argentino.


Consta de una planta en forma de cruz, con entradas por Florida, Córdoba, San Martín y Viamonte. La intención original era que estos cuatro accesos tuvieran la misma importancia, pero la realidad urbana dio relevancia a sólo dos: Florida y Córdoba.

Esta construcción se implanta en la ciudad como una forma de representar la consolidación, económica y social, recientemente adquirida por el país y como la posibilidad de asemejar a Buenos Aires con una ciudad europea: Milán.

Tuvo una importancia histórica accidentada, debió haber sido como la Vittorio Emmanuelle o como las Lafayette de París.

Pero nunca se terminó de techarlas, y en lugar de ser un centro comercial sus locales fueron utilizados como "ateliers" de pintores y peñas literarias.

La galería funcionó durante algunos años y luego - tras volverse propiedad del estado, con la nacionalización de ferrocarriles durante el gobierno de Juan Domingo Perón (1946-1955) -, entró en una progresiva decadencia, para terminar totalmente descuidada.

La reciente remodelación, y su reinauguración en 1992, ha devuelto al centro de la ciudad uno de sus espacios más atractivos.

En la restauración merece un espacio destacado, como reminiscencia al antiguo Museo Nacional de Bellas Artes, el Centro Cultural J. L. Borges, que tiene su ingreso por el segundo piso y ocupa íntegramente la tercer y cuarta planta de la galería, con dos cines, un cómodo auditorio para 370 personas, varias salas de conferencia, y más de 10.000 m2 de espacio disponible para exposiciones de arte.

Las Galerías sufrieron una profunda decadencia con el correr de los años. En 1989 el edificio fue declarado Monumento Histórico Nacional, y a principios de 1990 fue totalmente remodelado y transformado en un lujoso centro comercial, uno de los más exclusivos de Buenos Aires, con el nombre de Galerías Pacífico.

El proyecto fue del arquitecto Juan Carlos López y Asociados.

En el 2006 recibieron nuevos aportes artísticos de relevancia internacional realizados por el mendocino Julio Le Parc.

Hoy es el centro de compras más frecuentado por los turistas, y alberga locales de prestigiosas marcas internacionales, tales como Swarovski, Tommy Hilfiger, Lacoste, Christian Lacroix, Rochas, Brooskfield, Chanel, Cacharel, entre otras. Posee además un importante patio de comidas y otros locales comerciales.


En 1987 un equipo de rodaje estaba filmando en el sótano de Galerías Pacífico, uno de los centros comerciales más lujosos del centro de Buenos Aires, cuando descubrieron horrorizados un centro de tortura abandonado. Resultó ser que durante la dictadura, el Primer Cuerpo del Ejército escondió a algunos de sus desaparecidos en las tripas del centro comercial. En las paredes de las mazmorras todavía se podían ver las marcas desesperadas que habían hecho los prisioneros muertos hacía tiempo: nombres, fechas, súplicas de ayuda

jueves, 10 de septiembre de 2015

PALACIO ORTIZ BASUALDO

PALACIO ORTIZ BASUALDO





 Situado sobre Arenales, entre Basavilbaso y Maipú, frente a la Plaza San Martin, fue el regalo de bodas de Don Nicolás de Anchorena y su esposa, Doña Mercedes Castellanos, a su hija Matilde, con motivo de su enlace con Don Carlos Ortiz Basualdo.










Obra del arquitecto belga Jules Dormal, ocupaba una superficie de aproximadamente 3000 m2, distribuídos entre el magnifico palacio de 3 pisos y el jardín con su bella fuente de mármol.

Inaugurado en 1904, mereció el "Primer Premio a la Mejor Fachada", otorgado por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.









Demolido en la década del ´60, en el solar hoy se levanta el edificio de "American Express".