Translate

sábado, 13 de febrero de 2016

EL CASTILLO ACELAIN

EL CASTILLO ACELAIN


EL CASTILLO ACELAIN

La estancia Acelain, en el límite entre el partido de Azul y Tandil, una de las más importantes del país, construida con el diseño del arquitecto Martín Noel por encargo del escritor Enrique Larreta, entre 1922 y 1924.

El escritor Enrique Larreta se casó en 1902 con Josefina Anchorena Castellanos, hija de Mercedes Castellanos y Nicolás Anchorena, y en la luna de miel se enamoró de España y su cultura. Su esposa era hija de una de las familias más ricas de Argentina, por ambas ramas.

Por herencia recibida por su esposa, a la muerte de su madre, pasaría a poseer 8000 ha. en Tandil (parte de la enorme extensión de tierras en Azul y el mismo Tandil).

EL CASTILLO ACELAIN
Fue allí donde la propiedad existente y su rica imaginación y exquisito gusto, amen de la visión de las viejas aldeas españolas (especialmente vascas y andaluzas), confluyeron para el nacimiento de una nueva  y extraordinaria estancia: Acelain.
Además, en mayo de 1902, Larreta, adquirió en  remate  el campo Santa Rita, de Enrique Casares, de 4000 ha., anexándolo a los heredados por su esposa.

Dentro de esa anexión va a ubicar el casco de la estancia que recuerda el nombre del solar de los Larreta en Guipúzcoa y que significa “campo quebrado”.
En 1904  llamó al renombrado paisajista alemán Hermann Bötrich para que proyectara un jardín que  respetara la propuesta de la ­naturaleza.

Larreta eligió para construir Acelain los campos pedregosos y la cúspide de un cerro, en contra de la práctica de los estancieros pampeanos, que optaban por zonas no muy altas para protegerse del viento, captó la rusticidad del paraje y las posibilidades decorativas de esas piedras redondeadas que moteaban los cerros.

EL CASTILLO ACELAIN
La construcción y diseño del casco de la nueva estancia se los encomendó al ya prestigioso arquitecto Martín Noel (1888-1963), a comienzo de la década del 20, cuando en Tandil se levantaban edificios monumentales como el Palace y la Municipalidad.

Arquitecto, historiador del arte hispanoamericano, ensayista y político, Noel fue el  principal impulsor del estilo neocolonial en  Argentina. La hija de don Enrique recuerda-según Guzmán-que ”la casa se terminó de construir en 1923, mi padre la quiso de cal, tejas y galerías, bien típica del sur de España. Martín Noel lo interpretó magistralmente”.

Toda la zona de servicio de Acelain recrea una aldea vasco española. El estilo arquitectónico de la casa principal, en cambio, recuerda los tiempos del Renacimiento en España y la época de Felipe II, tan admirada por Larreta. Tanto su arquitectura como su decoración reflejan el arte mudéjar, utilizando como modelo el Generalife de Granada.

La estancia que fundó poco después en las cercanías de Tandil,  llevaría el nombre de “Acelaín” en recuerdo del solar guipuzcoano ya que, como destaca en una de sus obras: “Mi sangre sabía mejor que mi intelecto lo que significaba toda aquella resurrección de sombras en mi propia conciencia”. Aquel primer contacto con el Azelain original quedó plasmado en un soneto temprano, el XII de su no muy extensa producción rimada, “Acelain en Guipúzcoa”.

EL CASTILLO ACELAIN
La capilla; una joya que Guzmán y más recientemente  José M. Ortiz, describieron magníficamente, poseía un órgano Mutin - Cavaillé-Coll de dos manuales y pedalera, con 15 juegos reales. El mismo habría sido trasladado desde otro templo de Bs. As. El interior de la capilla es austero, pero con imágenes de santos similares a las que pueden apreciarse en el citado Museo de Arte Español de Bs. As. ; existe además una reliquia del Convento de Santa Teresa de Ávila. El costo del órgano podría rondar los u$s 200.000 aproximadamente y se trata de un instrumento construido a escala para capilla o salón.


Hoy en día, la Estancia “Monte Indio”, una de las tres secciones que constituían el primitivo “Acelain”, ha abierto sus puertas al público ofreciendo la posibilidad de acceder a las bellezas  “acelainas”.”Cerro Indio Safaris”, se ocupa de ello, donde Gonzalo Llambí – bisnieto de don Enrique- tiene para hospedar, la antigua escuela de la estancia que reacondicionó para recibir cazadores y turistas interesados en avistar ciervos, antílopes, búfalos y jabalíes.

martes, 9 de febrero de 2016

EL CASTILLO SAN FRANCISCO, TAMBIÉN LLAMADO CASTILLO DE EGAÑA

EL CASTILLO SAN FRANCISCO, TAMBIÉN LLAMADO CASTILLO DE EGAÑA

EL CASTILLO SAN FRANCISCO, TAMBIÉN LLAMADO CASTILLO DE EGAÑA


En la pequeña localidad de Egaña, en el Partido de Rauch, a poco más de 275 km de Buenos Aires, se encuentra una vieja mansión abandonada desde hace décadas, y que es conocida por los lugareños como “El Castillo de Egaña”.

EL CASTILLO SAN FRANCISCO, TAMBIÉN LLAMADO CASTILLO DE EGAÑA
Fue una de las más grandes y lujosas mansiones rurales de la época con 77 ambientes, 14 baños, 2 cocinas, galerías, patios, taller de carpintería, terraza, mirador y balcones.

EL CASTILLO SAN FRANCISCO, TAMBIÉN LLAMADO CASTILLO DE EGAÑA
Hacia 1825, en épocas de Bernardino Rivadavia el general Eustoquio Díaz Vélez, activo y comprometido protagonista del proceso revolucionario iniciado en mayo de 1810, adquirió en enfiteusis algo más de 17 leguas en la zona del Fuerte Independencia, hoy Tandil. Poco después, sumó 20 leguas más dando origen a una inmensa estancia de reconocida fama, a la que en honor a su esposa (Carmen Guerrero y Obarrio), bautizó con el nombre de “El Carmen”.

EL CASTILLO SAN FRANCISCO, TAMBIÉN LLAMADO CASTILLO DE EGAÑA
Treinta y un año más tarde, cuando el viejo general murió (1856), sus hijos, Carmen, Manuela y Eustoquio (h), hicieron efectiva la propiedad del latifundio y, tras la sucesión, el varón se quedó con la estancia, manteniendo su antigua denominación.

EL CASTILLO SAN FRANCISCO, TAMBIÉN LLAMADO CASTILLO DE EGAÑA
Millonario próspero y renombrado miembro de elite porteña, Eustoquio Díaz Vélez (h) acrecentó la fortuna a lo largo de su vida, dejó un suntuoso palacio en el barrio de Barracas y, cuando finalmente falleció en 1910, la estancia “El Carmen” se dividió entre sus dos únicos hijos varones: Carlos, que era ingeniero, y Eugenio, arquitecto de profesión. También sus cuatro nietas recibieron una fracción del campo.

EL CASTILLO SAN FRANCISCO, TAMBIÉN LLAMADO CASTILLO DE EGAÑA
Será el segundo de sus hijos (Eugenio) quien levantaría, sobre la porción de tierra heredada, el casco de la estancia San Francisco, muy cercano al pueblo/estación de Egaña, por donde pasaba el tren desde 1891.
Así es como nace el famoso castillo que nos convoca.

EL CASTILLO SAN FRANCISCO, TAMBIÉN LLAMADO CASTILLO DE EGAÑA
Eugenio proyectó el edificio siguiendo un estilo europeo muy ecléctico y trasladó desde Buenos Aires y Europa la mayor parte de los materiales de construcción. Los trabajadores fueron contratados en Capital Federal y enviados al sitio de la obra; que se prolongó desde 1918 hasta 1930.

EL CASTILLO SAN FRANCISCO, TAMBIÉN LLAMADO CASTILLO DE EGAÑA
La casa no tiene un frente definido y cualquiera de sus lados podría ser el principal. Carece de un estilo definido, pero sus rasgos no pueden ser mas europeos (italianos, normandos, franceses, medievales).
Fue concebida en una época en donde la premisa de la burguesía era el "Show off", y muchas grandes estancias de imponentes cascos surgieron durante este período. Años en donde Argentina era uno de los países mas ricos y promisorios del mundo y muchas de sus familias vivían mejor que en Europa.
Los estancieros se mudaban por temporadas a sus palacetes de la pampa, y con ellos varias generaciones de toda su familia y la extensa servidumbre que era necesaria para atender a tantos.


A lo largo de esos doce años, el castillo experimentó ampliaciones, mejoras y una decoración de excelencia. Debió ser una especie de hobby para su propietario, en donde poder experimentar y plasmar sus proyectos de arquitectura, mientras la familia lo ocupaba estacionalmente.

Cuando Eugenio murió, el 20 de mayo de 1930, “San Francisco” fue heredado por su hija mayor, María Eugenia, quien arrendó las tierras, administradas por la Casa Bullrich y Cia.

Todo parece indicar que no fue una decisión acertada. Los actuales descendientes coinciden en afirmar que, desde entonces, se inició la lenta y persistente decadencia de la estancia y su fabuloso edificio.

En 1958, bajo la gobernación de Oscar Alende (UCRI), el proyecto de reforma agraria, tan resistido por los terratenientes y alentado desde los días del presidente Perón, finalmente tocó a las puertas de la estancia; y, con la intensión de implementar planes de colonización y afincar a pequeños propietarios rurales (mismo proyecto –fallido- de Rivadavia), la inmensa propiedad fue expropiada por la provincia, según ley 5.971, del 2 de diciembre de 1958 y ley 6.258 del 14 de marzo de 1960. De este modo, antiguos arrendatarios se convirtieron en propietarios de las tierras que antes alquilaban, apoyados por créditos del Banco de la Provincia de Buenos Aires.

El Ministerio de Asuntos Agrarios creó entonces la colonia Langueyú, dentro de la cual quedó gran parte de la estancia San Francisco y su reputado casco. Más tarde, la estancia se subdividió y adjudicó en lotes a los colonos. En tanto el mobiliario, equipos de trabajo y demás enseres del edificio fueron subastados (y no tanto saqueados, como dice una tradición que circula).

Pero, ¿qué iba a hacer el gobierno provincial con semejante construcción, en medio del campo? Los hechos revelan que no tomó una determinación rápida y el castillo empezó a sufrir el deterioro.

Finalmente, en 1965, el gobernador Anselo Marini (UCRP) lo transfirió al Consejo General de la Minoridad (mediante decreto 5.178/65) con la intensión de convertirlo en un hogar/granja que, a la sazón, terminó convertido en un reformatorio, alojando a jóvenes con problemas de conducta. Hacia mediados de los ’70, y tras un asesinato que comprometió a uno de los internos, los menores fueron reubicados y el castillo quedó, una vez más, olvidado. Deshabitado. Abandonado, hasta el día de hoy.

Para mayor ilustración ver



Fuente:  ConoceLaProvincia:

CAPADOCIA, TURQUÍA INCREIBLE

Este resumen no está disponible. Haz clic en este enlace para ver la entrada.

viernes, 16 de octubre de 2015

EL BAJO VÉRTICE DE BUENOS AIRES

EL BAJO VÉRTICE DE BUENOS AIRES




La zona de Buenos Aires que denominamos "El Bajo" es gráficamente un triángulo cuyo vértice que apunta al río se constituye en una articulación de la geografía porteña donde se operan singulares transformaciones y extrañas fusiones desde siempre. Allí, la Av. Leandro N. Alem se convierte en la Av. Del Libertador trazando un inequívoco punto de partida de acaudalado norte y el bullanguero sur de nuestra ciudad. Allí, desde la época de los virreyes se ha instalado una tierra de transición que fue cuna de las más aristocráticas pretensiones avecinándose con la celebración popular. En "El Bajo" se confunde la hidalguía sanmartiniana con los amores furtivos de los marineros de paso. El perfume de tales cócteles ha resultado a través de los siglos, de un atractivo irresistible para "cajetillas", escritores, pintores, lunáticos, mitómanos, y también empresarios que arrastran el cotidiano trajín de empleados y el consabido ejército de secretarias. La fauna que puebla "El Bajo" es gestora de un estado de cambio permanente al que la zona parece destinada desde que un conquistador español tuvo la ocurrencia de llamar Buenos Aires a nuestra ciudad. El Bajo es ese borde donde Buenos Aires intentó abrirse y darse a su río, donde su ritual cotidiano permanece a través de los años, donde sus sitios y personajes emergen y se muestran a aquellos que son sus verdaderos amantes. Aquí brilló el Parque Japonés que a su tiempo, cedió su lugar al Sheraton. Aquí nacen o mueren Florida y Santa Fe. En este lugar se concentraban las mareas inmigratorias que luego poblarían el norte del país a través del ferrocarril que mucho tiempo más tarde, como en un reflujo, traería a los bisnietos de aquellos inmigrantes atraídos por la industrialización del conurbano. La estación Retiro debe su nombre al gobernador Agustín Robles, un señor de capa y espada de los Reales Ejércitos Españoles que erigió su palacio en lo que hoy es el corazón de la Plaza San Martín. Hacia 1669 bautizó a la propiedad con el nombre de "El  Retiro", sin imaginar, seguramente lo que sucedería durante los 300 años siguientes. Luego de habitar por 14 años la residencia, Don Agustín vuelve a España y vende el palacio a la Compañía Francesa de Guinea que establece allí el centro de su actividad de tráfico de esclavos para América Latina. El deterioro y el alto grado de insalubridad que dicha actividad comportaba decidieron al Cabildo porteño a poner fin a la historia de los esclavos en la vida de El Retiro. En 1790 en Virrey Arredondo autorizó la construcción de una plaza de toros en lo que entonces eran las afueras de la población. En la intersección de las calles Marcelo T. de Alvear y Santa Fe, y en la pequeña manzana que hoy ocupa la Dirección de Parque Nacionales, se construyó la plaza, generando la apertura y empedrado de las calles Maipú y Florida. Tenía capacidad para albergar a 10.000 espectadores y había sido realizada en el más depurado estilo morisco y marcó el destino de lo que sería el área de los Bajos de Retiro. En 1820, el gobernador Díaz Vélez, alarmado por las trifulcas y los comercios non sanctos que se multiplicaban a su alrededor suprimió las corridas y ordenó la demolición del tendido. La zona grabada por su inmejorable geografía en la trama de la ciudad de Buenos Aires fue elegida para emplazar el Pabellón con el que la Argentina se hizo presente en la Expo Universal de París. En 1800 fue trasladado por barco y armado frente a la Plaza San Martín, en las calles Arenales entre Maipú y Florida. El mismo sirvió como sede de una gran exposición internacional de arte, complementada con diferentes demostraciones artísticas teatrales, zarzuelas y comedias. En 1856, en lo que se denominó el Bajo de Retiro, la municipalidad creó el paseo de la Guardia Nacional, que se unió luego con la antigua Alameda, integrando el Paseo de Julio (hoy L.Alem). Paralela a éste paseo corría la calle conocida hoy como 25 de Mayo, área obligada para la diversión nocturna de la juventud andariega de todos los barrios porteños. En la esquina noroeste con Viamonte, Garay fijó el vértice noreste del ejido de la ciudad. Por la profundidad de las aguas el lugar fue ideal para instalar un desembarcadero de navíos. El malecón paralelo a la orilla se extendió en el río teniendo como eje la calle Charcas. Al llegar dentro del río en la prolongación de la calle Maipú doblada en escuadra hacia la costa. El atracadero se denominó Puerto San Martín y la implantación del mismo generó un borde que completaba La Alameda: primer paseo de la ciudad que albergaba comercios y bodegones en un sistema de recovas que los protegían de lluvias implacables y soles rigurosos y que servían de apoyo a las corrientes de inmigrantes que por entonces arribaban a la Reina del Plata. Por entonces el Ferrocarril Central Argentino procedió a construir una nueva gran estación, todos los materiales fueron traídos de Inglaterra. En 1915 se terminó de construir Retiro, como comenzó a llamarse desde entonces a todo el Barrio del Bajo, constituyéndose en el centro de comunicaciones más importante del país. Hacia 1910 la ciudad de Buenos Aires comenzó a experimentar un gran cambio, la aldea se transformó en una gran ciudad moderna. La ciudad fue avanzando hacia el norte y la plaza San Martín quedó rodeada de suntuosos edificios de gran envergadura y calidad arquitectónica. El palacio Ortíz Basualdo, actual edificio de la Cancillería (otrora propiedades de Mercedes Castellanos de Anchorena), la mansión de Don Ernesto Torquist, en la esquina opuesta de Florida y Charcas, propietario también del Plaza Hotel y la residencia de José Paz (actual Círculo Militar) completaban este nuevo paisaje urbano, sumando a la iniciativa de la Sra. Anchorena, quien mandó construir en los jardines de la quinta de Laprida la Iglesia del Santísimo Sacramento. Veinte años más tarde, y consolidando definitivamente el barrio se produjeron otras grandes transformaciones, el paisaje urbano de la plaza se extendió hasta el Bajo de Retiro. El pabellón Argentino fue desarmado en el año 1934. Dos años después el entorno de la plaza se completó con una nota de modernidad: la construcción del Kavanagh. A partir de ello el impulso del mismo generó la aparición de una innumerable cantidad de edificios, conviviendo con los viejos palacios en un ciclo de transformación urbana incesante que se alimentó con los grandes edificios de Catalinas Norte, entre muchos otros. La situación del Bajo como eje de una ciudad que no deja de crecer, reclama una transformación constante incentivada por una población inquieta, culta, creativa y desprejuiciada que aún deja oír los ecos de la caballería sanmartiniana mezclados con el delirio creativo del no menos legendario Instituto Di Tella en una zona que, por derecho propio se erige en caldo de cultivo del arte, el comercio y el amor. El Bajo rotula entre Norte y Sur, conjunción de clases y sectores, de magias y fantasías, de bohemia y formalismo. Sigue siendo ese segmento de la urbe conformado por una importante suma de épocas que contiene en sí mismo una enorme potencia en relación con el resto de la ciudad. Su ubicación estratégica en el ejido de Buenos Aires lo posiciona como un área de gran dinamismo por sus diversas actividades contrastando con otras que carecen de un buen soporte físico y de infraestructura de servicios. El Bajo es un sitio de imaginería, por sus personajes y rituales urbanos, por sus charlas de café, los encuentros en ámbitos mitológicos, sus itinerarios secretos que en conjunto forman su verdadera identidad sustentada a través del tiempo por sus diferentes escenarios artísticos, culturales, gastronómicos, comerciales y turísticos.

Arquitecto Jorge Sabato
(Miércoles 24 de abril de 1996) El Cronista Comercial


sábado, 19 de septiembre de 2015

La Alhambra en Andalucia, España

La Fortaleza de la Alhambra, una de las fortalezas con historia en España

La Alhambra uno de los legados árabes más importantes que se mantiene intacto en el mundo cristiano, situada en España.
Su origen es desde el año 711, grupos provenientes de Oriente y del Norte de África (árabes, sirios y bereberes), de religión musulmana, al mando de Tarik, derrotaron al rey visigodo Don Rodrigo en la batalla de Guadalete. Empezó así la dominación árabe de la Península Ibérica que se prolongaría durante ocho siglos, hasta 1492, momento en que el último rey nazarí se rindió ante los Reyes Católicos.

En menos de ocho años conquistaron toda Hispania a excepción de una pequeña franja en el Norte de la Península, donde los núcleos de resistencia dieron lugar a los reinos cristianos peninsulares, que fueron recortando progresivamente el espacio musulmán hasta su derrota definitiva después de ocho siglos.
España se islamizó, su nombre fue Al-Andalus, adoptó en gran parte las costumbres, la cultura y la lengua del invasor y esa influencia jugó un importante papel en su evolución histórica. Dejando muestras de su hermosa arquitectura en construcciones como la Fortaleza de la Alhambra.


La Alhambra pasó a ser residencia real, con la llegada al poder de Muhammad ibn Nasr, primer monarca del Reino nazarí de Granada, en 1238, para lo que se construyó un sistema de abastecimiento de agua propio. Las construcciones más lujosas de los palacios que hoy se conservan son el palacio de los Leones y el de Comares  proceden del siglo XIV. El conjunto tiene una forma alargada e irregular adaptada a la forma de la colina sobre la que se levanta. Su longitud es de 740 m. y su anchura varía entre los 180 y los 40 metros. Es una de las más destacadas muestras de la arquitectura mojadí, en sus arcos, finas columnas y trabajados bajo relieves en mosaicos interiores.


viernes, 18 de septiembre de 2015

PALACIO DÍAZ VÉLEZ

PALACIO DÍAZ VÉLEZ



El Palacio Díaz Vélez es una de las residencias aristocráticas más antiguas y tradicionales de Buenos Aires, acabada muestra del poder social y económico de la familia de Eustoquio Díaz Vélez (hijo), que se ubica en el Barrio de Barracas y que pertenece a la Ciudad de Buenos Aires.

El Palacio Díaz Vélez fue construido por el estanciero Eustoquio Díaz Vélez, (1819-1910), tercero y único hijo varón del general Eustoquio Díaz Vélez, quien fuera unos de los principales promotores de la Revolución de Mayo de 1810 y de la guerra de la Independencia de Argentina.
Eustoquio Díaz Vélez hijo fue, al igual que su padre, uno de los hacendados más importantes de la provincia de Buenos Aires y una de las grandes fortunas de los ganaderos argentinos.

El progreso económico del país forjado a partir de la segunda mitad del siglo XIX le permitió, sumado a sus dotes de incansable laboriosidad, manejar exitosamente su estancia El Carmen y sus campos ubicados en Necochea.

Inicialmente, en los tiempos en que la actual Avenida Montes de Oca se denominaba Calle Larga o Santa Lucía, la mansión fue un edificio de una sola planta, aunque imponente, cuyo blanco frente estaba sostenido por seis columnas clásicas rodeadas por unas ventanas en voladizo, que asomaban hacia el exterior del conjunto. Toda la residencia estaba circundada por un esmerado parque, característico de las quintas de las familias tradicionales porteñas que se ubicaban a lo largo de esa avenida.

Hacia principios del siglo XX la mansión fue objeto de una completa transformación. Se construyó un notable palacio, con entrada principal por la Avenida Montes de Oca 110, influenciado fuertemente por la arquitecturafrancesa Beaux Arts, de admirable diseño.

Los Díaz Vélez plantearon la obra a partir de los planos del clásico grand hôtel particulier francés de tres niveles o alturas: planta principal, planta de habitaciones particulares y mansarda con techo de pizarra. Sobre uno de los costados se ubica una cúpula revestida del mismo material.

Luego del fallecimiento de Eustoquio Díaz Vélez hijo, el Palacio Díaz Vélez continuó siendo la residencia de su hijo menor, el arquitecto Eugenio Díaz Vélez, casado con María Escalda, padre de dos hijas: María Eugenia Díaz Vélez y Josefina Díaz Vélez.
Eugenio, de refinados gustos estéticos, encomendó la remodelación del parque del Palacio Díaz Vélez al afamado arquitecto paisajista Carlos Thays, quien, en 1913, embelleció los jardines adyacentes al Palacio, añadiéndole nuevas fuentes y esculturas.

Eugenio, además de habitar en este espléndido palacio capitalino, proyectó y construyó una importante residencia rural en el casco de su "Estancia San Francisco", ubicada en las adyacencias de la Estación Egaña, en el Partido de Rauch, en la Provincia de Buenos Aires que recibe la denominación de Castillo San Francisco. Ambas propiedades se destacaron por su belleza.

En 1930 falleció Eugenio Díaz Vélez y su viuda e hijas vendieron el Palacio a la Ciudad de Buenos Aires.

El Palacio Díaz Vélez se incorporó a la Casa Cuna, denominación del actual Hospital General de Niños "Dr. Pedro de Elizalde" de la que es lindante.
Luego de la epidemia de poliomelitis que azotó a Buenos Aires en la década de 1950 el hermoso edificio sirvió para la atención de enfermos que padecían esa dolencia.

En la actualidad en la residencia funciona la Fundación Vitra -Fundación para vivienda, trabajo y capacitación del lisiado- institución que data de 1965.

El Palacio Díaz Vélez es un edificio emblemático por su historia y características, el único de su tipo que se conserva en pie a lo largo de la Avenida Montes de Oca y al que la ciudad de Buenos Aires debe otorgarle una refuncionalización y conservación adecuados. Junto a su su parque centenario posee singularidades patrimoniales y estéticas que merecen su catalogación y protección.

Debido a su valor arquitectónico, paisajístico e histórico actualmente hay un interés en que sea declarado Monumento Histórico Nacional, del tipo Monumento artístico, por el P.E.N. con lo cual gozará de una especial protección jurídica con rango legal para su preservación, enriquecimiento y exhibición.


Fuente Wikipedia

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Arq MARIO JOSÉ BUSCHIAZZO

Arq MARIO JOSÉ BUSCHIAZZO



Mario J. Buschiazzo nació en la ciudad de Buenos Aires el 10 de diciembre de 1902, en el seno de una familia de arquitectos. Su tío, el arquitecto Juan Antonio Buschiazzo, en su testamento hizo mención especial para con su sobrino Mario, para que se atendiese su educación. Es así que cursa el Bachillerato en el Colegio Internacional de Olivos (provincia de Buenos Aires), los cuales terminó en 1920 con medalla de oro. Ingresó al año siguiente en la Universidad de Buenos Aires donde se graduó como arquitecto en 1920, inició su actividad docente en 1933, profesor titular por concurso en 1941 y profesor emérito en 1967.
A diferencia de sus familiares que ejercían la arquitectura en el ámbito del ejercicio privado de proyectos y dirección de obras, Mario Buschiazzo dedicó sus esfuerzos hacia la función pública, tanto en la docencia como en su labor de arquitecto que tendió a especializar cada vez en la problemática del patrimonio cultural. En 1928 comenzó a desempeñarse como arquitecto en el Ministerio de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires y poco después en la Dirección General de Arquitectura, del Ministerio de Obras Públicas de la Nación, donde atendió diversos proyectos de carácter oficial. En 1929, cuando el gobierno nacional se hizo cargo del "Instituo Americano" de Adrogué (provincia de Buenos Aires), convirtiéndolo en el Colegio Nacional "Almirante Brown" y realizando una profunda reforma en su estructura y cuerpo docente, Buschiazzo fue incorporado como profesor de Matemáticas, pasando luego a dictar Historia, la cual continuó hasta 1950.
Su carrera docente alcanzó en 1933 los niveles terciario y universitario. Asumió la cátedra de Historia del Arte en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario hasta 1941 y docente libre a cargo de un curso de Historia II en la Escuela de Arquitecura de la Universidad de Buenos Aires hasta 1935, cuando fue designado profesor adjunto de Historia I. En 1941 mediante el primero, y único por varios años, concurso de oposición realizado en la Escuela de Arquitectura, alcanzó el nombramiento de titular de Historia II. En este período desarrolló sus investigaciones sobre arte y arquitectura hispanoamericana, que configuró su especialidad. Los resultados de esos estudios se transfirieron al conocimiento general por medio de folletos y libros, que rápidamente crecieron en su tamaño y trascendencia.
Como escritor ya había iniciado sus tareas en 1919 como director de la revista Páginas, periódico estudiantil cuando cursaba el bachillerato. En 1932 publicó Beethoven, un folleto editado por el Colegio Nacional "Almirante Brown", dando a la imprenta al año siguiente otro titulado El arte oscuro del cristianismo. La aproximación a su especialidad se concretó a partir de 1934 con la edición en La Plata de su trabajo Panorama histórico de los Estados Unidos a través de su arquitectura. en 1935 publicó en el número 172 de la Revista de Arquitectura una nota denominada Un precursor americano del funcionalismo. En febrero de 1936 apareció su artículo Arquitectura Colonial Americana en el volumen XXXVII de Informes y Memorias de la Sociedad de Ingenieros del Perú. Abordaba así el campo temático al que dedicó en adelante sus mayores esfuerzos como investigador, docente, arquitecto restaurador y conservacionista.
Su extensa tarea docente abarca importantes aportes a su especialidad. Realizó infinidad de conferencias, cursos y seminarios, además de la voluminosa obra escrita entre la que podemos destacar títulos como: La Arquitectura Colonial en Hispano América (1940), La Catedral de Córdoba (1941), Buenos Aires y Córdoba en 1729 según cartas de los PP. Gervasoni y Cattaneo (1941), La Iglesia de la Compañía en Córdoba (1942), Por los Valles de Catamarca (1942), La Catedral de Buenos Aires (1942), Estudios de Arquitectura Colonial en Hispano América (1944), La Iglesia del Pilar (1945), Historia del Arte Hispano Americano (1945-50), De la cabaña al rascacielos (1945) el cual fue traducido al inglés, Bibliografía de Arte Colonial Argentino (1947), La Estancia Jesuítica de Santa Catalina (1949), La Estancia Jesuítica de Jesús María (1949), El templo de San Francisco de La Paz (1949), Skidmore - Owings - Merrill (1959), Argentina, monumentos históricos y arqueológicos (1959), Historia de la Arquitectura colonial en Iberoamérica (1965), Art-Nouveau en Buenos Aires (1965), Arquitectura del Estado de Buenos Aires de 1853 a 1862 (1965), La arquitectura en Buenos Aires -1850/1880- (1966), La arquitectura en la Argentina (1967), Las estancias jesuíticas en Córdoba (1969), Historia de la Arquitectura Colonial en Ibero-América (1979) y La arquitectura colonial (sin fecha). Merece hacerse mención también de la innumerable cantidad de folletos, artículos, prólogos, reseñas e informes en el cual participó, así como conferencias, cursos y seminarios.
Fue de carácter trascendental en su vida profesional la fundación del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas en el ámbito de la Escuela de Arquitectura en 1946. Buschiazzo preparó su reglamento e inició su organización hasta el 1° de abril de 1947, cuando su nombramiento como director quedó vigente con el inicio del año académico. Desde entónces ejerció en forma continua e initerrumpida las tareas de docente e investigador, renunciando a otros cargos ejecutivos de la administración pública. Desde las oficinas del Instituto, instalado inicialmente en un pequeño local del segundo piso de la calle Perú 294 (hoy desaparecido), apoyó la formación de investigadores y docentes, así como la aparición de los Anales -que Buschiazzo preparó en un total de 23 sucesivas ediciones a partir de 1948- y los Cuadernos del Instituto hacia 1954.
Respecto del personal del Instituto, que hasta 1964 se había limitado al Director y una o dos personas más, se sumaron tres miembros rentados por la Facultad equiparados a jefes de trabajos prácticos, dos miembros del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) y cuatro por el INTA (Instituto Nacionald de Tecnología Agropecuaria), los cuales se organizaron en equipos de trabajo. Diversos subsidios otorgados por estas instituciones públicas fueron el apoyo fundamental a la formación de nuevos investigadores, los cuales continúan trabajando en IAA y forman parte de su dirección y cuerpo consultor.
El arquitecto Mario José Buschiazzo murió en su casa de Adrogué el 15 de agosto de 1970.
Fuente
Arq. Alberto de Paula
Anales del Instituto
N° 31-32 (1996-97